A Sonia también la conocí
a través de un amigo. Recordaré siempre la tarde que nos presentaron. La vi
como una mujer joven, energética, rebosante de vitalidad y con una sonrisa
contagiosa. Apenas me vio me tomó de la mano, me observó la cara… y en dos
minutos hizo de mí un diagnóstico tan exacto que me dejó sin palabras. ¿Cómo
podía saber todo eso sin conocerme previamente?
Sonia es otra mujer sabia
que he tenido la fortuna de conocer. No sólo derrocha energía, sino
conocimiento: una sabiduría profunda que va más allá de los libros y los
manuales académicos. Aunque se ha especializado en medicina china y energética,
posee una sabiduría que le brota del cuerpo y del corazón, y sabe percibir
mucho más allá de las apariencias visibles. Sonia ha nacido con un don. Un don que penetra el velo de la realidad y
descubre los entresijos ocultos. A menudo me maravilla cuando la oigo hablar de
lo que me sucede por dentro, de lo que ella «escucha». Tu cuerpo me habla,
dice. Y no se equivoca. Tan solo examinándome, tocándome la cabeza o las manos,
sabe más de mí que yo misma.
Sonia me ha enseñado lo
que intenta transmitir a todos sus pacientes. Ama. Date amor, cuídate, mímate.
Respira. Sé consciente de ti, siéntete. Siente tu cuerpo, tu vida, tu ser.
Desde esta consciencia, podrás amarte y ser fuente de amor para los demás.
Sonia cree en la fuerza
de la mente, capaz de enfermar y capaz de
sanar; capaz de matar y capaz de regenerar una vida desahuciada. Con
ella también he aprendido la importancia de dominar el pensamiento, de modo que
no sea él quien te domine. Toda tu energía se concentra aquí, en la cabeza, me
dice. Y hay que bajarla… Del pensar al sentir ―señala al corazón― y del sentir
al re-sentir ―en el vientre, el centro vital de la mujer―.
Pero su virtud como
terapeuta no se limita a este trabajo mental y emocional: es una acupuntora
experta, que en dos minutos te puede dejar el cuerpo sembrado de agujas de
plata, colocadas en los lugares precisos sin que apenas te percates; sus manos
vigorosas amasan las carnes en potentes masajes que revitalizan el cuerpo; sabe
de aromaterapia, cromoterapia, sanación con cuencos tibetanos, con piedras, con
cristales y con moxa. Ir a una sesión con Sonia siempre es una sorpresa: según
cómo te vea te hará una cosa u otra, y casi nunca se limitará a una sola
terapia. Si tiene una hora para ti y puede ofrecerte tres cosas, lo hará. Es
generosa con su tiempo y con su arte, y no escatima en utilizar aceites
esenciales de calidad, las máquinas terapéuticas más avanzadas y lo mejor de su
experiencia.
Sonia es una mujer que
también ha sufrido y ha superado situaciones personales muy traumáticas, así
como graves problemas de salud. Lo ha hecho con fuerza de voluntad, utilizando
el poder de su mente y ejercitando el perdón con enorme generosidad. Su
experiencia me ha motivado: si ella ha podido… ¿cómo yo no voy a poder?
Se define como una
amadora de la vida y del ser. Yo creo que, más que amadora, Sonia es amor
espontáneo y limpio, con un rostro y cuerpo de mujer.