
Conocí a Teresa por
recomendación de un amigo. Teresa trabaja en un centro de terapias basadas en
la medicina coreana y china. Ella practica un tipo de masaje, el Bok Bu, que se
ejerce sobre el abdomen y está encaminado a sanar y dinamizar el sistema
digestivo.
Teresa me ha abierto una
ventana a otro tipo de medicina y a la sabiduría oriental en el cuidado del
cuerpo. La medicina occidental moderna, enfocada en lo biológico y lo químico,
se ha centrado en el cuerpo material, tratándolo como un mecanismo de piezas
que, cuando se estropean, hay que reparar o sustituir. Pero ¿qué sucede cuando una persona se hace
análisis y pruebas, todo está correcto y sigue encontrándose mal? La causa de
su dolencia puede ser emocional, pero no siempre. El problema puede encontrarse
en el nivel energético, y ahí es donde la medicina oriental tiene mucho a
decir.
He aprendido que el
cuerpo es más que un precioso armazón de huesos, músculos, sangre y tejidos. Es
más que un sistema de órganos coordinados, más que una colonia de bacterias o
una arquitectura de células. Materia y energía son las dos caras de la realidad
física: nuestro cuerpo es también un entramado de canales energéticos, un
auténtico imán, como el planeta tierra, con sus polos y sus vórtices. Un
desequilibrio energético puede provocar que la parte corporal enferme. Y la
energía está íntimamente vinculada a la mente y al medio que nos rodea. Lo que
pensamos y sentimos altera el flujo energético y, a la larga, nuestro
metabolismo. Igual ocurre con las energías y radiaciones que fluctúan a nuestro
alrededor.
Las terapias orientales,
como la acupuntura, la moxibustión o los masajes, tienen como finalidad
estimular ciertos puntos del cuerpo para liberar los bloqueos, congestiones o
carencias, y permitir que la energía vital fluya por todo el organismo.
Una sesión con Teresa es
una experiencia que involucra cuerpo y mente. No hay día que no acuda a ella y
que no salga con un bienestar increíble y un propósito renovado de cuidar mi
salud y aprender a ser feliz. Incluso las veces que he ido con ciertas
molestias abdominales, ella ha sabido disolverlas todas. Sus manos masajean
sabiamente y remueven las entrañas y los órganos, recolocándolos en su lugar. Es una terapia que aconsejo a cualquier
persona que sufra problemas digestivos, sea cual sea su origen y su tipología.
La energía es importante
y Teresa me ha hecho consciente de ello: la energía es un tesoro que no
poseemos de forma ilimitada, también se agota, también lo hemos de cuidar.
Nuestro cuerpo tiene una reserva vital, como una especie de batería, que
debemos aprender a administrar. Cuando por circunstancias varias ―enfermedades,
estrés, operaciones o accidentes― perdemos una gran cantidad de energía,
conviene reponerla. Esto se logra con descanso, alimentos energéticos
preparados de una cierta manera y terapias reforzantes, como los masajes, la
aplicación de calor con moxa o la acupuntura.
En cuanto al ejercicio,
¡alerta! Muchos deportes no hacen más que desgastar esa reserva de energía y, a
largo plazo, merman nuestra salud. Las disciplinas orientales como el yoga, el
taichí o el chi-kung son modalidades de gimnasia que no sólo mejoran el tono y
la elasticidad del cuerpo, sino que ayudan a recuperar la energía mediante las
posturas, la respiración y los movimientos armónicos y suaves.
Teresa es una mujer de
corazón grande, sonrisa luminosa y mirada profunda. A menudo recuerdo sus
consejos. Sencillos y sabios, están llenos de ternura y desvelo: date un gusto.
Necesitas alegría. Toma el sol. Disfruta. Afloja. Respira. Sé feliz.
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