Una preocupación para las
personas que tenemos estómagos delicados son los viajes. Cambiar de ambiente,
de ritmo y de menú puede ser un trastorno para las digestiones. Unas vacaciones
estupendas pueden verse amargadas por una indigestión. ¿Cómo evitarlo?
Tras años de prueba y
error, de disfrutar y de sufrir, he llegado a un punto en el que puedo viajar,
al menos a lugares cercanos (dentro del país, o en Europa), sin que la
digestión sea un gran problema. ¿Qué hago? No digo que esto sirva para todo el
mundo, pero para mí ha dado un resultado estupendo, así que lo comparto. Si
vas de viaje o pasas unos días fuera de tu casa…
1.
No comas si
no tienes hambre. Nada de picotear o comer a deshoras. Si te invitan, toma
simplemente agua, una infusión o una bebida ligera (no alcohólica), nada sólido, y menos si son cosas
fuertes, picantes, a las que no estás acostumbrado.
¡Ojo con los pica-pica! Tan tentadores... pequeñas bombas.
2.
Procura
seguir un horario de comidas regular, sobre todo si estás en hotel, albergue
rural o a pensión completa.
3.
Elige tu menú
siempre que puedas. O habla previamente con los cocineros allí a donde vayas,
si es necesario, pidiendo lo que necesitas (yo lo hago y nunca me han puesto
problemas). Come lo que sabes que te sienta bien, y no te atiborres nunca.
Elige tu menú, casi siempre podrás hacerlo.
4.
Evita las dos
“P”: pan y postre. Sin ellos harás mejores digestiones, comas lo que comas.
No pongas un punto y final "amargo" a tu comida.
5.
Evita el vino
y las bebidas dulces o alcohólicas. Los típicos refrescos, vermouts, cervecitas…
Para el estómago son una patada y dificultarán tus digestiones.
6.
Camina y haz
todo el ejercicio que puedas: excursiones, visitas, paseos, nadar en el mar o
en la piscina… El ejercicio activará todo tu metabolismo, hará que quemes energía
y tengas más apetito. Y ya sabes: si comes con hambre, mucho mejor te sentará
todo.
¡Disfruta del ejercicio al aire libre! Comerás con más gusto.
7.
Lleva algún
suplemento de ayuda por si lo necesitaras: probióticos para diarreas o
estreñimientos, típicos cuando viajamos, y algún digestivo natural a base de
enzimas y fibras como la inulina.
8.
Y por último,
pon en práctica ese viejo refrán: la
comida reposada, la cena paseada. Después de comer, y más en lugares muy
calurosos, es bueno sentarse en el sofá, a la sombra, relajarse, leer o dormir
una pequeña siesta (no más de media hora). Y después de cenar, un pequeño paseo
bajo las estrellas es la mejor manera de “bajar” un poquito la cena y pasar una
noche estupenda.
Espero que estos consejos
te sean útiles… ¡y que disfrutes de unas excelentes digestiones, también yendo
de viaje!