viernes, 16 de febrero de 2018

Marisol, el don de las manos

Marisol no es exactamente una terapeuta, es una esteticién. Pero ama tanto su trabajo y se vuelca con tanto esmero que sus tratamientos se convierten a menudo en auténticas terapias. A veces, me dice en broma, su camilla se convierte en el diván de un psicólogo.

Como muchos clientes, empecé pidiendo a Marisol depilaciones, un tratamiento facial, pedicura… Hasta que un día probé un masaje. Desde entonces, es prácticamente lo único que busco cuando acudo a su salón de belleza. El resto lo dejo en sus manos. ¡Qué manos!

Marisol tiene un don. Cuando te toca sabe exactamente qué necesitas y qué debe hacer. Entiende el lenguaje de la piel y su intuición le dicta dónde se alojan las tensiones, dónde se necesita masaje y cómo. Experta en aromaterapia, se fía de su instinto a la hora de elegir los aceites esenciales que utiliza. No hay dos tratamientos iguales: ella escucha el cuerpo del paciente y procede según convenga.

Marisol también me ha enseñado a mimarme. Antes de ir a su centro jamás me había hecho dar un masaje. Con ella he aprendido a ser consciente de mi propio cuerpo de una manera diferente a la conciencia que adquirí en el gimnasio, tensando los músculos, o corriendo y ejercitando mis pulmones. Ella también me ha animado a cultivar mi feminidad, a cuidar mi imagen, a potenciar la belleza natural que todas las mujeres tenemos, de una manera u otra.

Hace muchos años que me dejo cuidar por Marisol. Aunque ya no vivo donde solía y tengo que desplazarme en coche, de tanto en tanto sigo acudiendo a su gabinete. Ahora somos amigas. Ha seguido muy de cerca mi evolución y me conoce, quizás más de lo que imagino. Se muestra generosa, en tiempo y en sus tratamientos. Cuando salgo de una sesión con ella mi piel reluce y mi cuerpo está liviano, como si fuera un colchón que han mullido vigorosamente. El bienestar se traslada de la piel al espíritu.

Marisol también está viviendo su propio proceso interior de búsqueda y crecimiento. El campo de la estética se le queda pequeño y aspira a más. Estoy segura de que encontrará el camino donde podrá aunar belleza y salud, cuerpo y espíritu. De las manos al alma

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