viernes, 2 de marzo de 2018

Sanar desde el corazón


A Sonia también la conocí a través de un amigo. Recordaré siempre la tarde que nos presentaron. La vi como una mujer joven, energética, rebosante de vitalidad y con una sonrisa contagiosa. Apenas me vio me tomó de la mano, me observó la cara… y en dos minutos hizo de mí un diagnóstico tan exacto que me dejó sin palabras. ¿Cómo podía saber todo eso sin conocerme previamente? 

Sonia es otra mujer sabia que he tenido la fortuna de conocer. No sólo derrocha energía, sino conocimiento: una sabiduría profunda que va más allá de los libros y los manuales académicos. Aunque se ha especializado en medicina china y energética, posee una sabiduría que le brota del cuerpo y del corazón, y sabe percibir mucho más allá de las apariencias visibles. Sonia ha nacido con un don. Un don que penetra el velo de la realidad y descubre los entresijos ocultos. A menudo me maravilla cuando la oigo hablar de lo que me sucede por dentro, de lo que ella «escucha». Tu cuerpo me habla, dice. Y no se equivoca. Tan solo examinándome, tocándome la cabeza o las manos, sabe más de mí que yo misma.

Sonia me ha enseñado lo que intenta transmitir a todos sus pacientes. Ama. Date amor, cuídate, mímate. Respira. Sé consciente de ti, siéntete. Siente tu cuerpo, tu vida, tu ser. Desde esta consciencia, podrás amarte y ser fuente de amor para los demás.

Sonia cree en la fuerza de la mente, capaz de enfermar y capaz de  sanar; capaz de matar y capaz de regenerar una vida desahuciada. Con ella también he aprendido la importancia de dominar el pensamiento, de modo que no sea él quien te domine. Toda tu energía se concentra aquí, en la cabeza, me dice. Y hay que bajarla… Del pensar al sentir ―señala al corazón― y del sentir al re-sentir ―en el vientre, el centro vital de la mujer―.

Pero su virtud como terapeuta no se limita a este trabajo mental y emocional: es una acupuntora experta, que en dos minutos te puede dejar el cuerpo sembrado de agujas de plata, colocadas en los lugares precisos sin que apenas te percates; sus manos vigorosas amasan las carnes en potentes masajes que revitalizan el cuerpo; sabe de aromaterapia, cromoterapia, sanación con cuencos tibetanos, con piedras, con cristales y con moxa. Ir a una sesión con Sonia siempre es una sorpresa: según cómo te vea te hará una cosa u otra, y casi nunca se limitará a una sola terapia. Si tiene una hora para ti y puede ofrecerte tres cosas, lo hará. Es generosa con su tiempo y con su arte, y no escatima en utilizar aceites esenciales de calidad, las máquinas terapéuticas más avanzadas y lo mejor de su experiencia.

Sonia es una mujer que también ha sufrido y ha superado situaciones personales muy traumáticas, así como graves problemas de salud. Lo ha hecho con fuerza de voluntad, utilizando el poder de su mente y ejercitando el perdón con enorme generosidad. Su experiencia me ha motivado: si ella ha podido… ¿cómo yo no voy a poder?

Se define como una amadora de la vida y del ser. Yo creo que, más que amadora, Sonia es amor espontáneo y limpio, con un rostro y cuerpo de mujer.

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