viernes, 17 de mayo de 2019

Escucha a tu cuerpo


Para las personas que tenemos estómagos delicados, la digestión a veces se convierte en un quebradero de cabeza. ¿Por qué ayer me encontré bien y por qué hoy he hecho una digestión desastrosa? ¿Qué me sienta bien y qué me sienta mal? ¿De qué depende?

En la medicina oriental, que mira la totalidad de la persona y su relación con el entorno, se habla de «escuchar al cuerpo». Los médicos del ayurveda no hablan de dietas, sino de qué alimento conviene a tu cuerpo. Hay que entender que cada persona es diferente y tiene unas necesidades. No necesita comer lo mismo un bebé que un joven estudiante, o una embarazada que un anciano. No vale la misma dieta para un atleta que para un administrativo. No tienen las mismas necesidades físicas un leñador que un comercial o un informático… Además, está la genética de cada cual, el lugar donde naciste, cómo te has criado, qué alimentos son los propios de la tierra en que vives, en tu cultura. Está el clima de tu país, tu entorno y el tipo de vida que llevas, además de tu situación familiar y emocional. ¡Son muchas cosas a tener en cuenta!

Así que, para no volverte loco, el método más fiable es dejar a un lado dietas, modas, consejos y prescripciones y escuchar al único que no te engaña, y que siempre te dará señales ciertas: tu cuerpo.



Como dice un sabio hindú, la comida no puede depender de tus ideas, tus creencias, tus convicciones religiosas o políticas, ni tampoco de las modas nutricionales, que cada cierto tiempo varían… La comida tiene que ver con tu parte física, y no hay vuelta de llave. Lo que necesita tu cuerpo, lo que te pide, es lo que debes comer.

Aquí hago un inciso: muchas veces, lo que creemos que «nos pide el cuerpo» es una trampa de la mente: ¡las adicciones! Si eres adicto a una comida o bebida, quien te pide eso no es el cuerpo, sino la mente tramposa. «¡Lo necesito! No puedo vivir sin...» Porque el cuerpo, como veremos, es muy sincero y no se deja engañar. , quizás sí.

Escucha a tu cuerpo. ¡Es fácil de decir! Pero no todos sabemos hacerlo, y aquí me incluyo. Porque el cuerpo habla, siempre, pero no siempre lo escuchamos. No te va a hablar con palabras inteligibles, ni te enviará una inspiración intuitiva, ni un mensaje telepático… Nada de eso. El cuerpo te habla con lo que es y con lo que tiene: lo físico. El cuerpo te hablará a través de los cinco sentidos, con sensaciones, con reacciones, con bienestar o con dolor.

¿Cómo te sientes?


Así que el consejo es: párate un momento a observar. Comes. ¿Cómo te sientes después de comer? ¿Y al cabo de una o dos horas? ¿Y al cabo de cuatro?

Si te sientes mal, si te duele el estómago, se te hincha, tienes gases o eructos, ¡protesta inmediata!

Si no tienes dolor, pero te entra somnolencia y necesitas dormir una siesta, tomar un café o quedarte frito en el sofá, ¡el cuerpo está agotado! Lo que le has metido no le da la energía que se supone que debería aportar el buen alimento, al contrario, estás invirtiendo buena parte de tus fuerzas en digerir todo eso.

Si al cabo de unas horas de comer se te infla la barriga y tienes cualquier tipo de dolor, naúseas o incomodidad, es que tus intestinos están declarando la guerra. ¡No queremos más de esto!

Si dejas de evacuar y se te cierra la tripa con un estreñimiento, otra señal: has bloqueado o dañado el tránsito intestinal con algo que tampoco le sienta bien. Y si tienes diarrea, lo mismo: ¡tu cuerpo está expulsando todo eso con urgencia!

Como ves, los mensajes del cuerpo son clarísimos y evidentes. Es imposible ignorarlos. Los sentimos y los sufrimos. El problema no es que no lo oigamos, ¡claro que lo oímos! El problema es que no hacemos caso. Es como si intentáramos ignorar a un niño que llora. Al final, el niño llorará más fuerte, berreará y pataleará, hasta que nos obligue a dejarlo todo para ver qué le sucede. El cuerpo hace igual. Si no le hacemos caso, aguantará un tiempo, hasta que no pueda más y nos obligue a parar. Lo malo es que el parón, a veces, es grave y peligroso.



Escucha las señales


En clave digestiva, nuestro cuerpo es una buena guía. ¿Qué comer? Observa qué te sienta bien y haz la lista de alimentos que:
-        Te hagan sentir ligero y ágil después de comer: son los que te dan energía.
-        No te produzcan somnolencia, sino vitalidad.
-        No te causen tristeza, depresión o bruma mental, sino que te animen y te hagan sentir alerta.
-        Puedas digerirlos en un periodo de una a dos horas, no más de tres. Si tardan más, producirán fermentaciones y problemas. ¡Esta es una buena pista!

Descarta todo lo demás. Pero ahora hay que hacer una salvedad. ¡Las mezclas!

Ojo a las mezclas


Evita mezclar más de dos o tres alimentos en cada comida. Esta es otra regla ayurvédica muy antigua y sabia. Hay alimentos estupendos si se toman solos. Pero si mezclan con otros, pueden ser difíciles de digerir y causar putrefacciones internas. Es lo que ahora se conoce como incompatibilidades de alimentos. Pueden ser buenos, pero no casar bien juntos. Es preferible separarlos y tomarlos en comidas diferentes.

Aunque ya he hablado de este tema, recuerdo las reglas más básicas para no provocar mezclas explosivas:

-        No mezcles más de un tipo de almidón: arroces con otros cereales, arroz con patatas, arroz con pan, pan con patata, patatas con legumbres, etc. Si echas un puñadito de legumbres a la verdura o al cocido, que sean pocas.
-        No mezcles alimentos altos en proteínas con almidones: carne con patata, pescado con arroz, pan con jamón, huevo con patata, legumbres con carne, etc.
-        Menos aún mezclar potentes proteínas: carne con queso, huevo con carne, pescado con huevo o carne con pescado. ¡Una bomba!
-        No mezcles la fruta con NADA. Siempre sola. Sus azúcares mezclados con otras cosas producen fermentación y gases seguros.
-        Es mejor no tomar lácteos, pero si los tomas, igual que la fruta. No los mezcles con nada.
-        No mezcles crudo y cocido si tienes el intestino muy delicado.
-        No mezcles bebidas dulces de ningún tipo con otros alimentos.

Por supuesto, hay personas que digieren piedras y aseguran que estas mezclas no les afectan. Al menos aparentemente. Conozco personas que se sienten felices hartándose de comer cosas que les gustan y dicen no tener problemas. Pero tienen vientres hinchados y mil problemas: de circulación, de huesos, de respiración, de piel, tumores… El sistema digestivo no les protesta, pero el cuerpo sí, de otras maneras. A las personas que digerimos con dificultad, el estómago y la tripa nos están haciendo un favor: nos avisan de inmediato y son nuestra primera señal de alarma para que aprendamos a comer bien. Y esto nos ayudará a conservar la salud. Recordad: la salud empieza en el intestino…