viernes, 24 de noviembre de 2017

Orégano

El orégano es una hierba aromática indispensable en la cocina mediterránea. Para mí el olor a orégano va asociado al aroma de una pizza recién hecha... o al olor de los montes de mi infancia. Sabemos que es bueno para la tos, para los catarros y como tónico digestivo. Además, el aceite esencial de orégano es el ingrediente de diversos preparados para combatir las cándidas y los parásitos intestinales. Hace tiempo tomé unas pastillas a base de este aceite, con un sabor terrible, por cierto. No sé si me hicieron mucho efecto.

Pero lo que sí he podido comprobar, de primera mano, es que el orégano, tal cual, como hierba condimento y tomado a diario, surte un efecto beneficioso en los intestinos. Y el primer síntoma lo he notado en la lengua.

¿Sabéis que la lengua refleja el estado de nuestro tubo digestivo? Sí, por eso los médicos de antes, y los que están formados en medicinas tradicionales, te hacen sacar la lengua y te la observan. ¿Os habéis parado a miraros la lengua? Probad a hacerlo una mañana, nada más levantaros, antes de lavaros los dientes y en ayunas. ¡A lo mejor os lleváis un susto!

La lengua sana es rosada, lisa, con los bordes regulares y las papilas bien formadas y compactas, como un terciopelo tupido. En principio, no deberían verse grietas, deformidades, llagas ni colores extraños. Los niños, si están bien, normalmente tienen las lenguas así: limpias y bien rojas. Pero los adultos casi nunca las tenemos como deberían estar. La mayoría de personas lucimos una hermosa pátina blanquecina, a veces amarillenta y, en el peor de los casos, hasta verdosa. ¿Qué significa? Pues lo que parece: una lengua que parece mohosa y llena de roña refleja precisamente eso: un intestino sucio y lleno de parásitos y hongos.

Hay una regla de higiene ayurvédica que es rasparse la lengua cada día. Hace tiempo adopté esta costumbre y ahora lo hago cada mañana, por rutina, igual que lavarme los dientes o ducharme. No uso un raspador, sino un cepillo de dientes de cerdas duras. La sensación después de cepillar la lengua y enjuagarme es de mucha limpieza y frescor.

En los últimos años me he acostumbrado a ver mi lengua con su pátina medio blanca, y ya me había resignado a verla así. Intento comer sano, pero la pátina se resistía a desaparecer. Desde que estoy tomando orégano a diario esto ha cambiado. En pocos días he comenzado a notar mi lengua mucho más limpia. Señal de que... ¡algo bueno está ocurriendo más abajo! Posiblemente mis intestinos estén más limpios. Tengo que comprobarlo con alguna prueba médica, pero los síntomas son positivos.

De modo que mi recomendación de hoy es esta: ¡tomad orégano! A diario, en infusión, como aliño o condimento de todo lo que se os ocurra: caldos, verdura, arroz, salsas, purés... El sabor puede gustaros más o menos (cierta concentración resulta un poco amarga, pero a muchos les gusta ese saborcillo un poco punzante). Si podéis, buscad orégano en flor de buena calidad. Yo uso el que me traen mis padres de su huerto... Una belleza, con un perfume único, mucho mejor que el de pote. Es el que aparece en la foto.

El orégano, si buscáis más información, veréis que es buenísimo para el sistema digestivo y el respiratorio. Limpia “las tuberías” del cuerpo: desinfecta, suaviza, combate los gases, ayuda al metabolismo del hígado, mejora la circulación y el riego sanguíneo... Por si fuera poco, es un potente antioxidante y también es rico en minerales, como el potasio, el magnesio y el hierro. Estupendo para el sistema nervioso y para la producción de energía en las células. ¿Quién da más?

viernes, 17 de noviembre de 2017

Cinco alimentos con rica fibra (y digestivos)

Hay la creencia bastante extendida que los alimentos con mucha fibra no se digieren muy bien. Algunas personas dicen que les irrita el estómago o el intestino, o les producen gases, y no les ayudan a evacuar mejor.

Veamos las objeciones. En primer lugar, la fibra no se digiere nunca. Es celulosa, fibra vegetal de las plantas que nuestro sistema digestivo no asimila. Pero sí es útil para arrastrar el bolo alimenticio y retener agua en las heces. Luego, nuestras amigas las bacterias del colon sí pueden digerir parte de la fibra, convirtiéndola en nutrientes y sustancias muy beneficiosas, como hemos visto. Por tanto, la fibra no tiene que digerirse, simplemente tiene que pasar por nuestro tubo digestivo.

En segundo lugar, la fibra en su forma natural viene envuelta en agua, azúcares, minerales y otros nutrientes: por ejemplo, una manzana, unas espinacas, un boniato. No tenemos por qué tomar fibra sola, separada artificialmente, como las cáscaras, el salvado y otros preparados dietéticos que saben a madera y papel. Ese tipo de fibra, si no se toma con mucha agua o líquido, puede provocar un auténtico atasco en nuestros intestino, empeorando la situación.

En tercer lugar, ¿qué es tomar mucha fibra? Ya vemos que no se trata de tomar dos kiwis y cuatro hojas de lechuga, o unas galletas con Allbran. Mucha fibra es tomar no menos de un kilo (o dos) de alimento vegetal al día. Con eso, ya sean fruta, patatas, judías, arroz integral o zanahoria, tenemos la fibra suficiente como para que nuestro intestino fluya. Sí, hasta la patata de siempre ayuda. Hasta una simple y rica manzana ayuda.

Pero es cierto que la comida cruda es difícil de digerir para personas con estómagos e intestinos delicados. Esta ha sido mi experiencia. Durante años me alimenté con muchas ensaladas y alimentos crudos, y esto dañó mi intestino. Ahora lo tomo casi todo cocido (salvo la fruta) y me sienta mucho mejor. He sustituido las enormes ensaladas por platos de patata y verdura y ¡todo va mucho mejor!

¿Y los gases? Pues sí, los alimentos fibrosos producen gases. Es algo totalmente natural. ¡Los animales herbívoros sueltan mucho gas a la atmósfera! Pero son gases que, salvo alguna intolerancia o problema, no suelen oler. (Excepción, los gases sulfurosos de ajos, cebollas y plantas de la familia). Las ventosidades apestosas vienen de las proteínas descompuestas y podridas (carnes, huevos y pescados y derivados de la leche). De modo que si os hincháis un poco y podéis soltar el gas de manera discreta, no hay más problema. Una buena caminata os ayudará.

Voy a daros cinco ejemplos de alimentos muy fibrosos, muy digestivos y cargados de nutrientes que seguro que os gustarán, os sentarán bien y os ayudarán a evacuar de maravilla. Olvidaos de las pastillas, Allbran y cáscaras y tomad alguno de estos alimentos, si no a diario, cada dos o tres días.
  • La papaya. Fruta digestiva, cargada de enzimas, con muchas vitaminas (sobre todo la A, regeneradora de tejidos y piel). Toma un batido de fruta con papaya y no esperarás mucho antes de tener que ir al “señor Roca”.
  • Espárragos trigueros. Deliciosos, una de las verduras más antioxidantes y con más valor proteínico (sí, he dicho “proteína”). Hazlos al dente y cómetelos como quieras: en tortilla, con arroz integral, con patata, solos o acompañados. Cómete un buen plato (no cuatro o cinco, sino un manojo entero, al menos) y verás el resultado.
  • Higos. Si te gustan crudos, genial. Si no (como es mi caso), tómalos secos (mejor sin harina) o confitados. Unos seis al día, como tentempié, con yogur, como desayuno o merienda, como quieras. Mejor no mezclarlos con una comida de postre, porque son muy dulces. Los higos son ricos en calcio, hierro, vitaminas, minerales y montones de fibra. ¡Lo notarás!
  • Boniatos. Deliciosos: como parte de una comida, como postre o entre horas. Yo los tomo en rodajas, hechos al horno, y espolvoreados con canela. ¡Mejor que un pastel! El boniato tiene más fibra que la patata, carotenos, potasio, magnesio... una bomba alimenticia. Si te gustan, no te prives de ellos.
  • Alforfón. O trigo sarraceno. No es un cereal, aunque lo parece, sino una semilla a medio camino entre grano y legumbre. No tiene gluten, así que es perfecto para personas celíacas o con problemas para digerir el trigo. Se cuece más rápido que el arroz y se puede preparar igual que este: con verduras, en caldo, cremoso... Tiene un sabor tostado agradable y una textura como de gel. ¡Eso es la fibra! Una fibra suave que se desliza por nuestro intestino, da confort a la tripita y nos beneficia mucho. Además, el alforfón contiene los veinte aminoácidos esenciales que necesitamos los humanos, y es rico en vitaminas del grupo B, minerales y otros nutrientes. Un alimento básico completo, rico y sano. 

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Qué hace la fibra en nuestro colon

Para esta entrada me baso en una conferencia del doctor Milton Mills impartida en California en febrero 2016 (ver aquí en youtube).

En una digestión normal, la comida pasa unas dos horas en el estómago, otras dos horas en el intestino delgado y el bolo que queda pasa... ¡doce horas en el intestino grueso! ¿Qué hace tanto tiempo ahí? ¿Qué pasa en nuestro colon? Ahora lo veremos.

En el colon es donde habita nuestra gran colonia de bacterias y otros bichitos: son más habitantes que células tenemos en todo el cuerpo. Todas las fibras que nosotros no podemos digerir son alimento para las bacterias. ¡Y las  bacterias tienen mucho trabajo! De ahí el largo tiempo que el bolo alimenticio pasa en el colon.

Una farmacia natural en el colon


¿Qué hacen estas bacterias? Además de comer fibra, segregan diferentes sustancias por fermentación, en especial los llamados ácidos grasos de cadena corta. Estos ácidos son imprescindibles para nuestra salud.

Uno de ellos es el butirato. Es el alimento perfecto para las células del colon, para mantenerlas sanas y en buen funcionamiento. Además, tiene un efecto antiinflamatorio en las células T del sistema inmune.

Otro producto de la fermentación bacteriana es el propionato, que inhibe una enzima que produce colesterol, sin los efectos adversos de los fármacos. El propionato también reduce la producción de glucosa en el hígado, igual que un fármaco anti-diabetes.

Otro ácido graso de cadena corta, el acetato, optimiza el almacenamiento de glucosa en las células, con lo cual el cuerpo obtiene más energía, el cerebro está feliz y no te dan ataques de hambre entre horas.

La fermentación bacteriana produce compuestos indispensables parar formar neurotransmisores, las sustancias que comunican las células nerviosas. Hasta el 90 % de la serotonina y el 50 % de la dopamina del cuerpo humano se producen en el intestino grueso.

Protección contra el cáncer


Además, la fermentación de fibra activa los fitoestrógenos y lignanos. Se ha comprobado que el cáncer de mama se reduce en las mujeres que toman mayor cantidad de lignanos y en los hombres disminuyen los marcadores de PSA (riesgo de cáncer de próstata). El consumo de fitoestrógenos de la soja reduce el riesgo de cáncer de mama y próstata. Esto es porque el hígado, al detectar los fitoestrógenos vegetales, libera unas enzimas que los envuelven, como si fueran hormonas liberadas por los órganos sexuales, y reduce su nivel en sangre. Y se sabe que a menor nivel de hormonas, menor riesgo de cáncer de mama o de próstata.

Las bacterias que producen estos fitoestrógenos los hacen biodisponibles. Son las bacterias asociadas a las dietas ricas en fibra y basadas en alimentos vegetales.

Cuando no tomas suficiente fibra, ¿qué sucede?


La mucosa intestinal se reduce y adelgaza. El intestino se vuelve más permeable de lo normal. Las bacterias oportunistas migran por la sangre y producen inflamación. Las bacterias “buenas” disminuyen. Aumentan las bacterias que producen putrefacción (no fermentación). Estas colonias no son tan capaces de producir neurotransmisores, como el GABA, la serotonina y otros.

Las toxinas inflamatorias, producidas por las bacterias “malas”, penetran en la sangre por la mucosa permeable del intestino. Estos residuos bacterianos se encuentran también en la comida cruda y en la carne cocinada. El cocinado no destruye las toxinas. Una sola comida rica en grasa animal induce la absorción de estas endotoxinas.

El intestino inflamado puede producir depresión. Se han estudiado los niveles de lipopolisacáridos o LPS (marcadores de inflamación) en grupos de personas sanas y personas depresivas y se ha visto que las depresivas mostraban un nivel casi tres veces mayor de LPS. Cada vez hay más estudios que muestran una relación entre enfermedades psíquicas y una mala salud intestinal.


¿Conclusiones? Nuestro intestino no sólo asimila nutrientes, es una auténtica farmacia natural y un laboratorio que nos aporta sustancias necesarias para la buena salud. Eso sí, a los químicos de esta farmacia (las bacterias) hay que alimentarlos bien. Y su alimento estrella es... ¡la fibra! Fibra buena y natural, como vimos en la anterior entrada. Un cambio dietético aumentando nuestra ingesta de fibra puede hacer maravillas en nuestra salud, sin necesidad de fármacos.