Cuando sufres problemas
digestivos y no aparece una causa clara, también puede deberse a alguna
intolerancia o sensibilidad a ciertos alimentos. Las intolerancias
son más frecuentes de lo que creemos. Muchas personas están afectadas
quizás sin saberlo, y llevan años tomando antiácidos cuando su problema se
podría resolver eliminando uno o dos alimentos de su dieta.
Pero ¿cómo saber si soy
intolerante a algún alimento?
El primer paso es
escuchar a tu cuerpo. Hay cosas que rechazamos por instinto y otras que,
inmediatamente después de tomarlas, nos producen malestar. Escucha a tu barriga
porque muchas veces te revelará qué te está haciendo daño. Se trata de
observarnos un poco y prestar atención a nuestras sensaciones físicas. ¡El
cuerpo nunca engaña!
Desayuno continental: una reunión perfecta de al menos seis alimentos
susceptibles de provocar intolerancia.
Hace pocos años he
sabido, por análisis clínicos, que soy intolerante a la lactosa y que el trigo
es un alimento que no me conviene. Pero es curioso. Recuerdo que cuando era más
jovencita y me encontraba mal, yo misma identifiqué cuatro ingredientes de mi
dieta que me perjudicaban. Era muy adicta a ellos, pero cuando dejaba de
tomarlos desaparecían una serie de síntomas como: hinchazón, gases, garganta
inflamada, etc. Más tarde, los análisis han confirmado lo que mi cuerpo ya me decía.
Hay una serie de
alimentos que dan problemas a muchísima gente. Antes de embarcarte en
analíticas caras, prueba a ver si alguno de ellos puede estar arruinando tus
digestiones. Por frecuencia con la que se manifiestan son:
-
Huevos
-
Lácteos
-
Café
-
Chocolate
-
Nueces u
otros frutos secos
-
Cebolla y
ajos
-
Trigo
-
Otros
cereales
-
Pimientos y
berenjenas
-
Algunas
frutas: cítricos, fresas, melocotones, tomates…
Ya ves que son alimentos
muy comunes y ricos, pero que pueden provocar reacciones alérgicas, de
intolerancia grave o leve, en mucha gente. ¿Cómo saber si son tu problema?
Fresas y chocolate... ¡tan ricos!
Dos de los alimentos que más intolerancias provocan.
La dieta de eliminación: haz tu propia investigación
Esto es lo que recomienda
el doctor McDougall para descartar
intolerancias y no eliminar de tu dieta alimentos que pueden ser buenos.
Lo primero es seguir una
dieta de eliminación durante una semana. La dieta de eliminación es muy suave y
suprime cualquier alimento conflictivo que pueda causarte reacciones
intolerantes. Además, es depurativa y si tienes sobrepeso quizás te ayude a
perder algún kilo. La verdad es que resulta muy confortable, digestivamente
hablando, y te sientes genial.
Los alimentos que incluye
esta dieta son:
-
Verduras
verdes y de colores (salvo cebollas, ajos, coles, tomate, berenjena y pimiento).
-
Tubérculos: boniatos,
tapioca y calabaza (al principio, tampoco tomes patata).
-
Arroz integral
o blanco.
-
Frutas dulces
en compota (no cítricos, fresas y frutos del bosque).
Elimina los alimentos
sospechosos, por supuesto, y además:
-
lácteos de cualquier clase,
-
aceites de cualquier clase (sí,
también los aceites pueden causar intolerancias),
-
productos de origen animal:
carnes, pescado, huevos, marisco;
-
azúcar y edulcorantes.
Como bebida, toma agua e
infusiones. Con un poco de miel o estevia natural si quieres (no los preparados
sintéticos).
Evita también las especias
y picantes, el vinagre, la mostaza y el limón. Aliña sólo con sal y, si
quieres, alguna hierba mediterránea.
Todo debe ser tomado
cocido, al vapor, horno o plancha, nada crudo, ni siquiera la fruta (tómala en
puré o en compota).
Como ves, ¡es una dieta
de enfermito! Después de esto tu sistema digestivo, salvo que tengas algún daño
grave, quedará en paz y muy limpio, y podrás comprobar qué te sienta mal.
No pases hambre: la dieta de eliminación puede incluir platos tan ricos
como este arroz con verduras.
Pasada una semana de esta
dieta, introduce, uno por uno, los ingredientes “sospechosos”. Hazlo de uno en
uno para no confundirte. Toma el alimento conflictivo durante tres o cuatro días
y observa qué pasa. Si no te produce ninguna reacción adversa, ¡dale la
bienvenida a tu régimen!
Si te produce molestias,
ya lo sabes: ¡adiós! Al menos durante un tiempo largo, mejor que no lo tomes. Las
molestias pueden ser varias: hinchazón, gases, dolor abdominal, espasmos,
estreñimiento o al contrario: diarrea; indigestión, ardor, dolor de cabeza,
picores o irritación en la piel… Presta mucha atención a tu cuerpo esos días.
Tal vez arrastras durante años una serie de migrañas o pruritos en la piel cuyo
origen está en las malas digestiones. ¡No lo descartes!
Comprobar qué te hace
daño de esta manera pide tiempo y paciencia, como ves. Pero ¿no vale la pena por
tu salud y bienestar? Además, puede ser divertido. Tómatelo como un estudio
científico sobre ti mismo. Mientras tanto, lee e infórmate sobre el tema. Aprenderás
mucho.
¿Qué hay de los tests de intolerancia alimentaria?
Como en todo, los hay que
son fiables y otros no. Hay mil métodos y las farmacias ofrecen analíticas rápidas
con aparatos súper sofisticados. También hay terapeutas que utilizan otros métodos
más originales, como la kinesiología y unos sensores electromagnéticos…
No soy una experta ni te
voy a aconsejar ni a desaconsejar nada. Pero te contaré una anécdota real. Uno de
los médicos con los que me visito, al menos una vez al año, me explicó que un
amigo suyo compró una de estas máquinas para hacer tests de intolerancias
nutricionales. Lo probó consigo mismo tres veces seguidas, y cada vez le
salieron resultados distintos. ¿Conclusión? Le regaló la máquina a su mujer
para que se divirtiera probando y haciendo tests a sus amigas.
Los tests más fiables son
los que analizan muestras de sangre. Son complejos y no baratos, y rara vez los
cubren las mutuas. Mucho menos la sanidad pública. Pero quizás valga la pena
para salir de dudas.
Yo me hice uno de estos
el año pasado. Se llama A200 (de
laboratorios Synlab) y analiza la reacción del cuerpo a unos doscientos
alimentos. Hay tests que son mucho más completos e incluyen más alimentos, pero
sólo son recomendables una vez se han descartado las intolerancias más comunes.
¿Resultados? Soy
intolerante a la lactosa y a los lácteos, a la clara de huevo y a varios frutos
secos. Con sensibilidad o intolerancia leve a algunos cereales, entre ellos el
trigo y la avena. El resto de alimentos, ¡luz verde! Y si hay alguno que me da
problemas, como las cebollas o las alcachofas, yo misma lo he detectado y sé lo
que debo hacer.
En vista de esta
experiencia, ¿qué recomendar? Si no quieres gastar dinero, lo mejor es empezar
con la dieta de eliminación e ir comprobando qué te puede estar causando
indigestiones. Haz tu propia lista de alimentos sospechosos. Es posible que aciertes
con el culpable a la primera o a la segunda prueba. Uno mismo se conoce e
intuye. Si escuchas a tu cuerpo, hazle caso.
Si quieres saberlo rápido
y no te importa gastar una cierta cantidad, hazte un buen análisis de
intolerancias. Te lo prescribirá un especialista o un médico privado, tendrán
que sacarte sangre y deberás esperar unas semanas, quizás. Los resultados
pueden ser reveladores.
Finalmente, si hay uno,
dos o más alimentos que te provocan intolerancia, despídelos de tu mesa. No
vale la pena sufrir sabiéndolo. El cambio no sólo será un bienestar inmediato,
sino una mejor salud a medio y a largo plazo. Recuerda que una intolerancia
sostenida durante años genera inflamación y reacciones inmunitarias, va minando
tu energía y tus defensas y puede acabar resultando en una enfermedad mucho más
grave que una simple indigestión.
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