viernes, 12 de octubre de 2018

Intolerancias: una clave para la salud digestiva


Cuando sufres problemas digestivos y no aparece una causa clara, también puede deberse a alguna intolerancia o sensibilidad a ciertos alimentos. Las intolerancias son más frecuentes de lo que creemos. Muchas personas están afectadas quizás sin saberlo, y llevan años tomando antiácidos cuando su problema se podría resolver eliminando uno o dos alimentos de su dieta.

Pero ¿cómo saber si soy intolerante a algún alimento?

El primer paso es escuchar a tu cuerpo. Hay cosas que rechazamos por instinto y otras que, inmediatamente después de tomarlas, nos producen malestar. Escucha a tu barriga porque muchas veces te revelará qué te está haciendo daño. Se trata de observarnos un poco y prestar atención a nuestras sensaciones físicas. ¡El cuerpo nunca engaña!


Desayuno continental: una reunión perfecta de al menos seis alimentos 
susceptibles de provocar intolerancia.

Hace pocos años he sabido, por análisis clínicos, que soy intolerante a la lactosa y que el trigo es un alimento que no me conviene. Pero es curioso. Recuerdo que cuando era más jovencita y me encontraba mal, yo misma identifiqué cuatro ingredientes de mi dieta que me perjudicaban. Era muy adicta a ellos, pero cuando dejaba de tomarlos desaparecían una serie de síntomas como: hinchazón, gases, garganta inflamada, etc. Más tarde, los análisis han confirmado lo que mi cuerpo ya me decía.
Hay una serie de alimentos que dan problemas a muchísima gente. Antes de embarcarte en analíticas caras, prueba a ver si alguno de ellos puede estar arruinando tus digestiones. Por frecuencia con la que se manifiestan son:

-      Huevos
-      Lácteos
-      Café
-      Chocolate
-      Nueces u otros frutos secos
-      Cebolla y ajos
-      Trigo
-      Otros cereales
-      Pimientos y berenjenas
-      Algunas frutas: cítricos, fresas, melocotones, tomates…

Ya ves que son alimentos muy comunes y ricos, pero que pueden provocar reacciones alérgicas, de intolerancia grave o leve, en mucha gente. ¿Cómo saber si son tu problema?


Fresas y chocolate... ¡tan ricos! 
Dos de los alimentos que más intolerancias provocan.

La dieta de eliminación: haz tu propia investigación


Esto es lo que recomienda el doctor McDougall para descartar intolerancias y no eliminar de tu dieta alimentos que pueden ser buenos.

Lo primero es seguir una dieta de eliminación durante una semana. La dieta de eliminación es muy suave y suprime cualquier alimento conflictivo que pueda causarte reacciones intolerantes. Además, es depurativa y si tienes sobrepeso quizás te ayude a perder algún kilo. La verdad es que resulta muy confortable, digestivamente hablando, y te sientes genial.

Los alimentos que incluye esta dieta son:
-      Verduras verdes y de colores (salvo cebollas, ajos, coles, tomate, berenjena y pimiento).
-      Tubérculos: boniatos, tapioca y calabaza (al principio, tampoco tomes patata).
-      Arroz integral o blanco.
-      Frutas dulces en compota (no cítricos, fresas y frutos del bosque).

Elimina los alimentos sospechosos, por supuesto, y además:
-        lácteos de cualquier clase,
-        aceites de cualquier clase (sí, también los aceites pueden causar intolerancias),
-        productos de origen animal: carnes, pescado, huevos, marisco;
-        azúcar y edulcorantes.

Como bebida, toma agua e infusiones. Con un poco de miel o estevia natural si quieres (no los preparados sintéticos).

Evita también las especias y picantes, el vinagre, la mostaza y el limón. Aliña sólo con sal y, si quieres, alguna hierba mediterránea.

Todo debe ser tomado cocido, al vapor, horno o plancha, nada crudo, ni siquiera la fruta (tómala en puré o en compota).

Como ves, ¡es una dieta de enfermito! Después de esto tu sistema digestivo, salvo que tengas algún daño grave, quedará en paz y muy limpio, y podrás comprobar qué te sienta mal.

No pases hambre: la dieta de eliminación puede incluir platos tan ricos 
como este arroz con verduras.


Pasada una semana de esta dieta, introduce, uno por uno, los ingredientes “sospechosos”. Hazlo de uno en uno para no confundirte. Toma el alimento conflictivo durante tres o cuatro días y observa qué pasa. Si no te produce ninguna reacción adversa, ¡dale la bienvenida a tu régimen!

Si te produce molestias, ya lo sabes: ¡adiós! Al menos durante un tiempo largo, mejor que no lo tomes. Las molestias pueden ser varias: hinchazón, gases, dolor abdominal, espasmos, estreñimiento o al contrario: diarrea; indigestión, ardor, dolor de cabeza, picores o irritación en la piel… Presta mucha atención a tu cuerpo esos días. Tal vez arrastras durante años una serie de migrañas o pruritos en la piel cuyo origen está en las malas digestiones. ¡No lo descartes!

Comprobar qué te hace daño de esta manera pide tiempo y paciencia, como ves. Pero ¿no vale la pena por tu salud y bienestar? Además, puede ser divertido. Tómatelo como un estudio científico sobre ti mismo. Mientras tanto, lee e infórmate sobre el tema. Aprenderás mucho.

¿Qué hay de los tests de intolerancia alimentaria?


Como en todo, los hay que son fiables y otros no. Hay mil métodos y las farmacias ofrecen analíticas rápidas con aparatos súper sofisticados. También hay terapeutas que utilizan otros métodos más originales, como la kinesiología y unos sensores electromagnéticos…

No soy una experta ni te voy a aconsejar ni a desaconsejar nada. Pero te contaré una anécdota real. Uno de los médicos con los que me visito, al menos una vez al año, me explicó que un amigo suyo compró una de estas máquinas para hacer tests de intolerancias nutricionales. Lo probó consigo mismo tres veces seguidas, y cada vez le salieron resultados distintos. ¿Conclusión? Le regaló la máquina a su mujer para que se divirtiera probando y haciendo tests a sus amigas.

Los tests más fiables son los que analizan muestras de sangre. Son complejos y no baratos, y rara vez los cubren las mutuas. Mucho menos la sanidad pública. Pero quizás valga la pena para salir de dudas.

Yo me hice uno de estos el año pasado. Se llama A200 (de laboratorios Synlab) y analiza la reacción del cuerpo a unos doscientos alimentos. Hay tests que son mucho más completos e incluyen más alimentos, pero sólo son recomendables una vez se han descartado las intolerancias más comunes.

¿Resultados? Soy intolerante a la lactosa y a los lácteos, a la clara de huevo y a varios frutos secos. Con sensibilidad o intolerancia leve a algunos cereales, entre ellos el trigo y la avena. El resto de alimentos, ¡luz verde! Y si hay alguno que me da problemas, como las cebollas o las alcachofas, yo misma lo he detectado y sé lo que debo hacer.

En vista de esta experiencia, ¿qué recomendar? Si no quieres gastar dinero, lo mejor es empezar con la dieta de eliminación e ir comprobando qué te puede estar causando indigestiones. Haz tu propia lista de alimentos sospechosos. Es posible que aciertes con el culpable a la primera o a la segunda prueba. Uno mismo se conoce e intuye. Si escuchas a tu cuerpo, hazle caso.

Si quieres saberlo rápido y no te importa gastar una cierta cantidad, hazte un buen análisis de intolerancias. Te lo prescribirá un especialista o un médico privado, tendrán que sacarte sangre y deberás esperar unas semanas, quizás. Los resultados pueden ser reveladores.

Finalmente, si hay uno, dos o más alimentos que te provocan intolerancia, despídelos de tu mesa. No vale la pena sufrir sabiéndolo. El cambio no sólo será un bienestar inmediato, sino una mejor salud a medio y a largo plazo. Recuerda que una intolerancia sostenida durante años genera inflamación y reacciones inmunitarias, va minando tu energía y tus defensas y puede acabar resultando en una enfermedad mucho más grave que una simple indigestión.

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