Empecé a probar cambios en
mi dieta y el más definitivo de todos fue adoptar el programa McDougall, con algunas precisiones. Este programa consiste
en seguir una dieta vegana, basada en almidones, es decir, que el plato
principal debe ser a base de patatas, arroz, legumbres u otros alimentos ricos
en carbohidratos complejos. Lo más espectacular, para mí, fue dejar el aceite:
¡los ardores de estómago desaparecieron de la noche a la mañana! Aquí lo cuento en más detalle.
Almidones, frutas y verduras: base de una buena dieta vegana.
El azúcar fue lo primero
que barrí de mi cocina, como relato en esta entrada. Los azúcares refinados se convierten en
alcoholes dentro el organismo (lo fermentan todo y generan gases y malestar).
Además, si no se queman, acaban almacenándose como grasa. Los picos de
triglicéridos en sangre pueden provenir de atracones de dulce.
Los lácteos los dejé más tarde, tras leer el Estudio de China. Este
libro del Dr. Campbell me convenció, pero mi experiencia hacía años ya me
avisaba. La leche siempre me produjo mucosidades, afonía y mucho gas. Los
yogures y el queso, sin yo saberlo, me irritaron el intestino durante años, y
estaban agravando mi estreñimiento.
¿Y la carne y el pescado?
Os voy a decir algo: hasta hace pocos años yo era una carnívora decidida.
Siempre me ha gustado la carne. El pescado algo menos, pero también comía. ¡Y
los huevos me encantan! Antes de adoptar el programa McDougall aprendí qué
efectos tienen los productos animales en el cuerpo. Es verdad que contienen
mucha proteína y minerales, y algunas vitaminas. Son una bomba concentrada de
estos nutrientes. Pero también son ricos en grasas saturadas y colesterol. Las
carnes, que vienen de animales en granja, están trufadas de antibióticos y
hormonas. Los fármacos que toman los animales inflaman el intestino, y nosotros
los tomamos cuando nos zampamos un bistec o un muslo de pollo. Incluso los
animales criados de forma ecológica reciben sus dosis de medicamentos, por
normativa sanitaria, así que la carne orgánica no se libra de esto. Los
pescados, que vienen de mares contaminados, son ricos en metales pesados,
tóxicos para el organismo (mercurio, plomo y otros). Tanto, que se desaconseja
a las embarazadas tomar ciertos pescados grandes, para evitar daños neurológicos
en el feto.
En este artículo sobre el envejecimiento, el Dr. Greger habla de
los efectos inflamatorios de la carne y los productos animales en el organismo.
Salmón: estupendo por los omega 3... un riesgo por los metales pesados. Y rico en colesterol.
Pero ¿por qué mejora la digestión comiendo sólo plantas?
Digestivamente hablando, las
carnes son “duras” de asimilar. Se digiere mucho mejor un plato de verduras que
unas chuletas. Su contenido en proteínas y grasas requiere de muchas enzimas y
bilis, y esto da más trabajo al estómago y luego puede irritar el intestino. Si quieres digerir bien la carne, el
pescado o los huevos, mejor tómalos solos o acompañados con algo ligero (todo
tipo de verduras, nada de féculas ni almidones). Si tu estómago es delicado,
olvídate de las mezclas carne-patatas, pescado-arroz, huevo-pan, etc. Pueden
ser riquísimas al paladar, pero en la tripa, una ruina.
Por otra parte, una dieta vegana completa contiene muchísima fibra vegetal, y esto es estupendo para nuestro colon y nuestra microbiota bacteriana, que puede florecer y producir muchas substancias que necesita nuestro cuerpo. Un buen tránsito intestinal desbloquea muchos otros problemas de salud y reduce la toxicidad en nuestro cuerpo.
Finalmente, saber que con
alimentos vegetales y variados podemos suplir perfectamente nuestras necesidades proteicas, me decidió. Y ¿qué puedo decir?
Proteínas vegetales. ¿Sabías que el trigo y el arroz blanco tienen hasta un 10 % de proteína?
¿Y que las legumbres o los frutos secos tienen casi tanta como la carne?
¿Y que la soja tiene todos los aminoácidos esenciales que necesitamos?
Como en mucha más
cantidad ahora que antes, me encuentro de maravilla y digiero mucho mejor. He
incorporado a mi dieta alimentos que antes apenas probaba, mucha variedad y
sabores nuevos. He aprendido a cocinar sin aceite y con especias y hierbas… ¡Disfruto
de la comida!
¿Gases? Sí, tengo, pero
muchos menos, y si alguna vez siento alguna molestia por alguna mezcla que he
hecho, pasa rápido. ¿Estreñimiento? Adiós. Si sigo mi régimen, evacúo al menos
una vez al día sin problemas. ¿Dolor de estómago, acidez, reflujo? Ya no tengo.
La alegría de pasar una tarde digestivamente apacible, después de comer, ¡no
tiene precio!
¿Qué ocurre cuando alguna
vez como carne o pescado? Si los tomo a la plancha o al horno, acompañados de
un plato de verduras, sin pan y sin postre, no pasa nada. Generalmente los
digiero bien. Pero, cosa curiosa, el estreñimiento vuelve de inmediato y puedo
pasar dos, tres y cuatro días hasta recuperar la regularidad. Me temo que si
volviera a comer carne, pescado o huevos diariamente, volvería a sufrir los
problemas que he pasado durante décadas.
Un estupendo solomillo... Aunque no lo creáis, ¡una de mis comidas favoritas hace algunos años!
¿Por qué? Esta
experiencia me confirma lo que ya advierten los médicos que abogan por un
veganismo sano. Los tóxicos y los antibióticos que traen consigo los productos
animales irritan el intestino y dañan la flora bacteriana del colon. Además,
estos alimentos contienen cero fibra. Por tanto, no ayudan al tránsito. ¿Unas
costillas de cordero, un papillote de salmón o una tortilla de patatas, de
tanto en tanto? Sí, como extra. Pero que no sean la norma. Si tienes problemas
digestivos, como los he pasado yo durante más de media vida, prueba aunque sólo
sea una semana a llevar una dieta vegana saludable, rica en almidones, sin
aceites y sin azúcares refinados (aquí tenéis una buena guía). ¡Es posible que notes grandes mejoras!
No hay comentarios:
Publicar un comentario