viernes, 5 de octubre de 2018

Cómo conseguir la salud: cinco pilares

¿Cómo alcanzar la salud y conservarla? ¿Podemos encontrar la terapia adecuada, el suplemento talismán, el “secreto” que nos permita estar bien siempre? ¿Se trata de resolver tus problemas emocionales? ¿Existe alguna panacea? Escribo esta entrada como fruto de conversaciones profundas que he mantenido con varios amigos y terapeutas que me han acompañado en mi proceso de sanación digestiva. La característica en común de estos amigos es que todos ellos, en un momento dado de su vida, sufrieron una crisis de salud o un evento que les hizo cambiar muchas cosas, replantearse su modo de vivir y entablar una relación más amistosa, de cuidado y cariño, hacia su cuerpo.

Cuando los problemas crónicos de salud se instalan en nuestra vida y no aparece una causa clara es cuando debemos indagar un poco y cuando descubrimos que la enfermedad, el malestar o la salud frágil no tienen una sola causa, sino que hay una suma de factores que se unen. Por eso, si queremos recuperar la salud no basta con una sola terapia o un solo enfoque: tenemos que resolver el asunto por varias vías.

Podríamos decir que hay cinco pilares que sustentan la salud. Si uno solo falla, aunque los demás sean más o menos fuertes, el edificio de nuestra salud se resentirá y acabará agrietándose. Los cinco se sostienen unos a otros y todos son importantes. Por eso, cuando nos encontramos mal, quizás estaría bien preguntarse cómo están estos cinco aspectos de nuestra vida. Pienso que si los médicos hicieran estas preguntas a sus pacientes acertarían más en sus diagnósticos y quizás podrían ayudarlos mucho más a sanarse.

Un paso previo: la enfermedad no es el destino


Pero antes de empezar con los cinco pilares, hay un paso previo, que es este: creer que la enfermedad, salvo que sea un accidente inesperado o una infección sobrevenida, no es nuestro destino. No es consecuencia de la vejez (hay viejos sanísimos), ni es sólo debida al estrés, la contaminación ambiental o las culpas de nuestros antepasados. Ni siquiera los genes son tan relevantes, aunque tienen su importancia. Tampoco estamos condenados fatalmente a enfermar a medida que nos hacemos mayores. Podemos alcanzar edades avanzadas en muy buena salud, si tenemos ciertos conocimientos y cultivamos ciertos hábitos. No nos rindamos antes de tiempo. Muchas personas entran en un declive fatal y se van deteriorando porque creen que realmente no hay remedio y no pueden hacer nada, o no se sienten con ánimos de emprender cambios en su vida. Quizás no quieran y tengan sus motivos; es su libertad, que hay que respetar. Pero, al menos, es importante que sepan que hay alternativas. Casi nunca es tarde para cambiar y mejorar.

Y ahora, sin más, vayamos a… los cinco pilares de una buena salud.

Pilar 1. Propósito vital


¿Os sorprende? Parece muy filosófico, pero es algo que marca nuestra vida. ¿Tienes una razón para vivir? ¿Hay algo que te motive a levantarte cada mañana con ganas? ¿Tienes una meta, una misión, algo que hacer en este mundo? ¿Tienes alguien a quien amar, a quien dedicarte, a quien cuidar? ¿Hay algo ―o alguien― para quien eres necesario y valioso?

Muchas personas caen en la depresión y en la enfermedad porque justamente les faltan razones para vivir. Se sienten inútiles, sobrantes, solas y aisladas. Cuando no hay propósito vital la persona se ve zarandeada por las circunstancias. Deja de llevar el timón de su vida y navega a la deriva. A menudo se convierte en víctima. Cualquier problema puede herirla o romperla. Todo eso, además de ser devastador desde el punto de vista emocional, tiene sus consecuencias físicas. El sistema inmunitario cae en picado y podemos caer atacados por cualquier enfermedad de origen externo o interno. Nuestras defensas no sólo nos defienden de virus y bacterias infecciosos, sino de las células defectuosas y las toxinas que genera nuestro cuerpo. Un sistema inmune deprimido puede favorecer no sólo la gripe sino el cáncer. Además, la ansiedad que genera la falta de propósito puede bloquear el sistema nervioso parasimpático, que se ocupa de la digestión, la circulación, la respiración y muchos procesos del metabolismo humano. En fin, que esta puede ser una primera causa de muchas dolencias.

Una persona puede cuidarse, comer bien, hacer ejercicio, descansar… Si su vida no tiene propósito, posiblemente acabe encontrándose mal y desarrollando una enfermedad o trastorno inexplicable que tal vez pueda resolverse cuando encuentre su lugar y su misión en este mundo.

Pienso en muchas personas mayores. Quizás cuando eran más jóvenes tenían un propósito, una tarea, un rol que cumplir: madres, padres, esposos, jefes de una empresa, profesionales en tal puesto… Al jubilarse y ver cómo su nido se vacía, quizás han perdido el rumbo de su vida y se sienten desorientadas. Es entonces cuando tienen que buscar otro propósito, tal vez más interior, más espiritual o más creativo. Quizás deben centrarse más en su cónyuge, en sus amigos, o en alguna tarea de voluntariado y altruismo, en algo que los llene y que sea beneficioso para los demás.


Pilar 2. Las relaciones


Otro pilar que no tiene nada que ver con medicina o hábitos sanitarios. ¡Es fundamental! ¿Cómo estás con tu pareja, con tus hijos, con tu familia? ¿Tienes amigos? ¿Cultivas unas relaciones sanas, llenas de afecto, de alegría, de amor?

La falta de amor o las rupturas son terribles, y pueden ser causa directa de la enfermedad. ¡Cuántas personas hay enfermas de desamor! El diagnóstico médico sólo detecta síntomas, pero el verdadero motivo está ahí, en un corazón roto o vacío, hambriento de afecto y amor.

Aunque haya pérdidas familiares (viudedad, separaciones) siempre podemos restaurar nuestras relaciones o entablar otras nuevas. Es vital que no nos quedemos solos y aislados. Tampoco busquemos las personas perfectas, porque no existen. Seamos amables y atentos, y recibiremos amabilidad y atención. Aprendamos a escuchar, no nos encerremos en nosotros mismos. Un enamoramiento, una amistad, una buena conversación con un amigo o un familiar, pueden ser la mejor terapia.


Pilar 3. Ejercicio


¡Ya entramos en el campo más físico y corporal! Pues sí, el ejercicio, todos los sabemos, es vital. Pero no sólo esto. Los últimos estudios de población muestran que el sedentarismo, pasar horas y horas al día apoltronados en una silla o en el sofá, es mortal. Acelera el envejecimiento y la muerte. ¿Por qué? Porque la sangre no circula, sencillamente. O circula mal. Se estanca y los tejidos del cuerpo se asfixian, sufren hambre e intoxicación, no se drenan bien, envejecen y mueren. Estamos hechos para movernos. Si pasamos más de media hora quietos (salvo que estemos inmovilizados por lesión o accidente) nuestro cuerpo sufre. Así que ya sabéis. Aunque vuestro trabajo os obligue a estar sentados, cada media hora, a levantarse, caminar y estirarse un poco. Esto os descansará el cuerpo y la mente, además de mejorar vuestro rendimiento.

Si os gusta y tenéis la ocasión, haced algún deporte, el que os guste. Hay mil opciones, muchas gratuitas o accesibles: taichí en un parque, bailes de salón en el centro cívico, futbol en la asociación del barrio, zumba en el gimnasio o yoga en algún centro cerca de tu casa. Los que tenemos poco tiempo o queremos ejercitar en casa, siempre podemos recurrir a Internet. Hay miles de clases de todo tipo en Youtube, de todos los niveles y duración. ¡Nunca habíamos tenido tantas oportunidades de ejercitarnos gratis!

No vale decir que no me gusta la gimnasia… Muchas personas que no son amigas de las pesas o el balón disfrutan andando, yendo en bicicleta o haciendo footing.  Y siempre nos queda caminar, el ejercicio más sano y de menos riesgo, bueno para todas las edades.

Caminad mucho. Los entendidos aconsejan diez mil pasos diarios. Si os parece mucho, empezad con menos e id aumentando. Podéis compraros un podómetro o descargaros una aplicación cuentapasos en el móvil, y retaros un poco cada semana. En pocas semanas lo conseguiréis, y podréis incluso sobrepasar esa cifra sin esfuerzo.

El ejercicio no sólo puede mejorar tu salud ―y tus digestiones― sino, además, la salud anímica. Se ha comprobado en varios estudios. Caminar entre media hora y una hora al día es más efectivo que tomar antidepresivos como el Prozac… ¡y sin efectos secundarios adversos! Al contrario, la terapia caminera te pone en forma y te embellece. ¿Quién da más?


Pilar 4. Alimentación


Lo que comemos entra en nuestro cuerpo y pasa a formar parte de nosotros mismos. No hay sustancia alguna que nos afecte más que la comida. Incluso más que la contaminación ambiental. El epitelio de nuestro intestino ocupa una extensión mucho mayor que la piel que nos recubre el cuerpo (la superficie de una cancha de tenis), y por esa piel interna se absorbe todo lo que ingerimos. Lo que comemos nos puede sanar, pero también nos puede enfermar.

Muchas enfermedades y dolencias que sufrimos tienen su origen en una mala alimentación. A menudo pienso en la analogía de un coche. Si a un diésel le echas gasolina, no arrancará. Si a un ser humano no le das el alimento adecuado, su cuerpo funcionará… pero mal, y acabará enfermando. La mayoría de problemas sanitarios relacionados con la vejez son fruto de años y años de intoxicación alimentaria. Y no me refiero a fertilizantes, pesticidas o aditivos químicos (aunque también afectan), sino a décadas de un exceso de azúcares, grasas y proteínas que acaban dañando a nuestro organismo. La comida procesada es a los humanos como un pienso malo y barato para los animales: nos llena, nos engorda y nos enferma. Los sabores potenciados por la sal, el azúcar y las grasas nos hacen adictos a la comida basura y cuesta sangre librarse de los hábitos alimentarios.

Un cambio de dieta puede hacer maravillas en nuestra salud. Hay una regla muy simple, si no quieres complicarte la vida: come sólo cosas que crezcan en la naturaleza, ya sean plantas o animales. Evita o minimiza las harinas y los aceites, los dulces y los lácteos. Y prioriza el alimento vegetal, en un 70-85 % de tu dieta, dejando que las carnes, pescado y huevos no pasen del 15 ó 20 %.  Sólo con esto podríamos mejorar mucho. Esta ha sido mi experiencia. Puedo decir que mi mejora digestiva se ha debido en un 90 % al cambio en mi alimentación.

Otro aspecto de la alimentación es que en los países «ricos» solemos comer demasiado. Los investigadores han observado que las personas que comen menos cantidad viven más y más sanas. La reducción calórica puede alargar la vida con calidad. Como siempre dice una amiga mía: «come para vivir, no vivas para comer». Si vas a la farmacia y te pesas con esas básculas que miden la grasa y el índice de masa corporal, asegúrate de que tu índice no pasa de 22: es un buen indicador de que estás en tu peso óptimo.


Pilar 5. Descanso


Otro pilar fundamental, al que damos poca importancia. Los seres humanos tenemos mucho desgaste, físico y mental, y nuestro organismo necesita descanso, unas ocho horas al día. Menos horas supone envejecimiento prematuro y agotamiento cerebral. Si no puedes dormir ocho horas seguidas, puedes dormir algo menos y a mediodía, después de comer, echarte una siesta.

Dormir es necesario para que el cerebro se ordene, y para que nuestro cuerpo siga su ciclo natural de asimilación, crecimiento y depuración. No podemos ignorar este ritmo diario, pues sería ir contra nuestra propia naturaleza y esto acaba agotando nuestra energía.

Otro aspecto importante es que los humanos somos diurnos. Nuestro cuerpo va con el ritmo del sol y sus funciones no son las mismas por la mañana que a media tarde o de noche. Necesitamos descansar en las horas de oscuridad, y la oscuridad es necesaria para reponer fuerzas. Nada de dormir con luces y ruidos, y menos cerca de pantallas y dispositivos que emiten radiaciones. En cambio, durante el día necesitamos actividad, y movimiento físico. Muchas personas no duermen bien de noche porque se mueven muy poco y no se cansan durante el día.

También existe el mito de las personas “lechuza”, que según ellas, son nocturnas y se sienten mejor y más activas de noche. Creo que eso no es más que un hábito adquirido y un ajuste del cuerpo. No hay dos personas iguales, pero también es cierto que nuestro organismo se adapta con la costumbre. Yo misma lo he comprobado. Cuando era jovencita, y durante mucho tiempo, me consideré un ave nocturna, pues me iba mejor estudiar de noche y no madrugar tanto. Más tarde he aprendido que si trasnochas, es lógico que te cueste levantarte temprano. Tardas en arrancar durante la mañana y no es hasta avanzada la tarde que alcanzas tu pico de energía, en parte también porque has comido y has repuesto fuerzas. Entonces es normal que quieras alargar la vida nocturna. Pero si te acostumbras a madrugar, verás que a las diez de la noche te caes de sueño, te acuestas y duermes como un tronco. Y si te acuestas temprano, no te costará madrugar y te levantarás como una rosa. Ahora me considero una persona “alondra”, me encanta madrugar. Y procuro acostarme siempre antes de las once de la noche. Duermo unas cuantas horas seguidas y me va genial.

Pero, además de dormir, que es básico, el descanso es cambiar de actividad. A veces necesitamos descansar de muchas horas de ordenador dando una caminata, yendo a nadar o bailando. El ejercicio, el ocio recreativo, charlar, pasear y dedicarnos a un hobby puede ser otra forma de descanso, físico y espiritual. No lo olvidemos. En la vida no todo es trabajar y producir. Necesitamos divertirnos, reír, desahogarnos y disfrutar con algo que nos gratifique. Es humano… es necesario, y es bueno que sea así. Una persona que no descansa bien y no se divierte, por mucho que se cuide en otros aspectos, también puede acabar enferma.


Recapitulando…


¿Tienes un propósito en tu vida? ¿Una misión que te apasione y que te motive a levantarte cada día?

¿Cómo están tus relaciones humanas? ¿Hay amor en tu vida?

¿Haces ejercicio? ¿Te mueves lo suficiente?

¿Cómo te alimentas? ¿Tomas comida sana que te sienta bien? ¿Qué tal tus digestiones? ¡Son un termómetro de tu salud!

¿Duermes bien? ¿Te tomas descansos en tu tarea? ¿Te diviertes? ¿Dedicas algún tiempo a algo que te apasione?

Hazte estas preguntas y respóndete con sinceridad… Quizás en las respuestas encuentres la clave a tus problemas de salud. ¡Y la solución!

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