viernes, 28 de septiembre de 2018

¿Qué hay de las dietas cetogénicas o paleo?

Las dietas cetogénicas están muy de moda desde hace años y tienen entusiastas defensores. Son la dieta Atkins, las variantes de dietas paleolíticas y otras. Incluso las recomiendan algunos médicos y se difunde ampliamente que son ideales para personas con problemas de intestino permeable y otras enfermedades autoinmunes. Muchas celebridades las recomiendan y las siguen porque adelgazan mucho y rápido.

En cambio, los médicos defensores de dietas más vegetarianas afirman que estas dietas son peligrosas, y deberían desaconsejarse. 

¿Qué pensar? Os diré que yo he probado este tipo de dieta (vais a decir que «esta chica ha probado de todo»). Lo hice durante unos diez o doce días, para ver si mis problemas digestivos se resolvían del todo. ¿Mi experiencia? Durante los seis primeros días me sentí genial. Ligera y energética. Pero… no evacué ni una sola vez. Al final, me zampé un gran vaso de leche de coco con semillas de chía y tuve una diarrea fenomenal y dolorosa. Perdí dos kilos en pocos días y, como en ese momento adelgazar era lo último que quería hacer, la dejé y volví a mis patatas, mis arroces y mis verduras.

Sobre estas dietas encontraréis toneladas de información en Internet. Veamos qué tienen y qué conclusiones podemos sacar.

Plantas y animales tal como crecen: ingredientes bases de la dieta paleo.


En qué consisten


Básicamente, se trata de comer sólo cosas que se encuentran en la naturaleza, como supuestamente hacían nuestros antepasados prehistóricos: plantas y animales. Es decir, frutas, verduras, semillas (no féculas, ni cereales, ni legumbres) y todo tipo de carnes, pescados, huevos y otras criaturas salvajes (marisco, caracoles, moluscos, etc.).

Normalmente se eliminan los lácteos, salvo yogures, mantequilla y quesos curados.

Para compensar la posible falta de fibra dietética se recomienda ingerir mucha verdura, sin limitación, pero como la gente no suele tomar kilos y kilos de acelgas y espárragos, se añaden a la dieta diversos laxantes, como las cáscaras de psyllium, salvado, lino o chía.

Para compensar la falta de carbohidratos complejos, que sacian y dan energía (las hojas verdes y la zanahoria tienen muy pocos), se recomienda ingerir muchas nueces, semillas y frutos secos ricos en grasa, así como rociar la comida con abundante aceite de oliva, coco, mantequilla, etc. Los quesos bien curados son bienvenidos al menú, en algunos casos.

Por otra parte, como esta dieta es muy alta en proteína y acidifica la sangre, los médicos que la recomiendan también recetan suplementos para bajar la acidez (alcalinizantes).

Es decir, es una dieta alta en proteínas y grasas, muy baja en carbohidratos. Al reducir tanto los carbohidratos, que son nuestra primera fuente de energía, el cuerpo echa mano de las grasas del cuerpo para poder funcionar. Así es como esta dieta logra quemar grasa y adelgazar rápidamente, al menos las primeras semanas. Evidentemente, si incluyes muchos alimentos grasos en la dieta, el resultado será menos espectacular o puede ser que hasta engordes.

Se incluyen abundantes grasas (aceites, semillas) para incrementar las calorías y la saciedad.


Pros


Lo mejor de esta dieta es que elimina los productos procesados con harinas y azúcares refinados, grasas trans y aditivos químicos (comida basura).

Si la dieta, además, es baja en grasas y se reduce a proteína animal y vegetales verdes, el adelgazamiento es mucho mayor.

Si no se toman grasas (aceites, frutos secos, mantequilla, quesos), las digestiones mejoran y se hacen más ligeras (es lo que experimenté). Los azúcares, pastas, harinas, etc., mezclados con proteínas y grasa, siempre dificultan la digestión e inflaman el intestino.


Ensalada con carne: un plato típico paleo. Relativamente fácil de digerir y adelgazante.


Contras


Si la dieta cetogénica es baja en grasa y en calorías, puede ocurrir que el cuerpo, para obtener energía, acabe echando mano de las proteínas. Puede llegar a destruir tejido muscular para conseguir energía, y aquí es cuando el adelgazamiento puede ser preocupante.

Quemar grasas y quemar proteínas para obtener energía no es lo mismo que quemar azúcares. Los carbohidratos son el combustible más limpio para nuestro cuerpo (digamos que son gasoil premier). Las grasas generan algunos residuos y las proteínas generan muchos residuos, y tóxicos. Es decir, son gasoil más contaminado. Esos tóxicos debemos eliminarlos, por el sudor, la orina y el hígado. Nuestros riñones y nuestro hígado van a sufrir una sobrecarga con este tipo de dieta, y esto, a medio y largo plazo, nos va a producir cansancio y debilidad.

La dieta cetogénica, al ser muy acidificante (por los aminoácidos de la carne, grasas), provoca que nuestro cuerpo libere calcio para neutralizar el ácido en sangre. ¿De dónde procede el calcio? De los huesos y del estómago. Mucha carne puede llegar a descalcificar los huesos y agotar las reservas de calcio del estómago, con lo cual los jugos gástricos se empobrecen y aumenta el riesgo de osteoporosis.

Además, esta dieta es alta en colesterol y grasas saturadas (toda la grasa animal es saturada). La grasa saturada y la proteína animal, se ha comprobado en estudios científicos que acaban dañando el revestimiento de las arterias y envejecen nuestro sistema cardiovascular.

También es una dieta rica en metionina (un aminoácido presente en las carnes y pescados), y mucha metionina provoca una reacción acelerada de envejecimiento celular. Así lo explica el Dr. Greger en este video. Y en este artículo.

Las carnes y su grasa son ricas en metionina, cuya abundancia causa envejecimiento.


Cansancio, desgaste hepático y renal, descalcificación, daños cardiovasculares… Una dieta que de entrada parece limpia, energética y adelgazante, lo más sano del mundo, puede acabar siendo una dieta enfermante que agota nuestro organismo y nos envejece.

Conozco varias personas que la han seguido durante meses. Primero estaban entusiasmadas, pues adelgazaron mucho. Luego se encontraron mal y acabaron dejándola. Incluso sus promotores, por lo que he visto en Internet, acaban volviendo a sufrir algunos síntomas de sus antiguas molestias y tienen que ir probando diferentes suplementos, terapias o remedios dietéticos para ir corrigiendo los efectos de este tipo de alimentación.

¿Es realmente una dieta paleo?


Hay mucha controversia sobre lo que comían nuestros antepasados prehistóricos. He leído bastante de esto y voy a resumir algo de lo que he aprendido.

1.    En primer lugar, no hay una sola dieta paleo. No comían lo mismo los bosquimanos en África que los indígenas del Amazonas, los nómadas del centro de Asia o los habitantes del altiplano del Perú. En cada lugar, el hombre ha recolectado y cazado lo que había; en algunas zonas más animales, en otras, prácticamente sólo plantas y pequeños bichos.

2.    En segundo lugar, los últimos hallazgos paleontológicos (estudios de huesos y dientes con las mejores tecnologías) revelan que todos los hombres prehistóricos consumían no sólo carne y plantas de hoja verde o raíces, sino cereales, tubérculos y otros granos, posiblemente por su alto contenido energético y su fácil conservación y transporte a distancia. El consumo de almidones es mucho más “paleo” de lo que se piensa.

3.    Algunos hallazgos en América del Sur muestran que cuarenta mil años antes de Cristo los nativos ya cocinaban sus patatas y sus cereales. Ojo al dato: ¡cocinaban!

4.    Señalan algunos expertos que los hombres prehistóricos no cazaban grandes animales con frecuencia, sino más bien pequeños o de tamaño mediano. Pero esta no era su principal fuente de comida. Si hubieran dependido de comer grandes bestias, el gasto energético que supone una cacería hubiera sido superior al consumo calórico de un buen asado… ¡Hubieran muerto de hambre! Por tanto, tenían que contar con las plantas como alimentación básica. La carne posiblemente era un extra.

5.    Tampoco se sostiene la tesis de que los primeros hombres eran carroñeros. Ningún ser humano tiene el estómago adaptado para comer carne podrida, ni hoy ni hace diez mil años. Esto nos aleja de los animales carnívoros, que perfectamente pueden comer carroña o carne pasada de unos días. La carne cazada por los humanos debía ser consumida pronto, casi al momento, antes de inventarse las salazones y las cámaras de hielo.

6.    La carne que consumían los paleolíticos no tenía nada que ver con los animales de granja atiborrados de harinas, antibióticos y hormonas que consumimos hoy. Eran animales salvajes, mucho más pequeños y magros que los que encontramos hoy, incluso los llamados de cría orgánica o ecológica.

En resumen, que comer bistecs, huevos y pescado a diario varias veces al día no tiene nada que ver con lo que comían nuestros antepasados prehistóricos.

Nuestros antepasados no podían comer esto a diario.


Una dieta para ricos


Los fans de las dietas cetogénicas o paleo precisan que, por supuesto, la carne que has de comer tiene que ser ecológica, de animales alimentados con pasto,  etc. Son conscientes de lo que llevan los pobres bichos de granja y la cantidad de veneno que nos metemos al cuerpo cuando los comemos… ¿Cómo va a beneficiar a tu intestino una carne llena de fármacos cuyos efectos, justamente, inflaman la tripa?

Por otra parte, ¿quién puede alimentarse de esta manera? Evidentemente, personas que tengan una economía bien saneada o que gasten todo su peculio en comida. No es sostenible para todo el mundo, ni siquiera para el planeta. No hay suficientes campos en la Tierra para alimentar a los siete mil millones de personas que somos con carne ecológica de primera y a diario. Ni pescados en los mares de aguas frías. Si todos tuviéramos que comer así, necesitaríamos unos cuantos planetas… o ser muchos menos de los que somos. Y está claro que esto, hoy, no es una alternativa.

Por último, comparto este vídeo: ver aquí. 9 estudios que deberían conocer los que se enrolan en una dieta cetogénica.

Exceso de proteína y grasa animal: propio de la dieta occidental y un riesgo para la salud.

No hay comentarios:

Publicar un comentario