En cambio, los médicos
defensores de dietas más vegetarianas afirman que estas dietas son peligrosas,
y deberían desaconsejarse.
¿Qué pensar? Os diré que
yo he probado este tipo de dieta (vais a decir que «esta chica ha probado de
todo»). Lo hice durante unos diez o doce días, para ver si mis problemas
digestivos se resolvían del todo. ¿Mi experiencia? Durante los seis primeros
días me sentí genial. Ligera y energética. Pero… no evacué ni una sola vez. Al
final, me zampé un gran vaso de leche de coco con semillas de chía y tuve una
diarrea fenomenal y dolorosa. Perdí dos kilos en pocos días y, como en ese
momento adelgazar era lo último que quería hacer, la dejé y volví a mis
patatas, mis arroces y mis verduras.
Sobre estas dietas
encontraréis toneladas de información en Internet. Veamos qué tienen y qué
conclusiones podemos sacar.
Plantas y animales tal como crecen: ingredientes bases de la dieta paleo.
En qué consisten
Básicamente, se trata de comer
sólo cosas que se encuentran en la naturaleza, como supuestamente hacían nuestros
antepasados prehistóricos: plantas y animales. Es decir, frutas, verduras,
semillas (no féculas, ni cereales, ni legumbres) y todo tipo de carnes,
pescados, huevos y otras criaturas salvajes (marisco, caracoles, moluscos,
etc.).
Normalmente se eliminan
los lácteos, salvo yogures, mantequilla y quesos curados.
Para compensar la posible
falta de fibra dietética se recomienda ingerir mucha verdura, sin limitación,
pero como la gente no suele tomar kilos y kilos de acelgas y espárragos, se
añaden a la dieta diversos laxantes, como las cáscaras de psyllium, salvado,
lino o chía.
Para compensar la falta
de carbohidratos complejos, que sacian y dan energía (las hojas verdes y la
zanahoria tienen muy pocos), se recomienda ingerir muchas nueces, semillas y
frutos secos ricos en grasa, así como rociar la comida con abundante aceite de
oliva, coco, mantequilla, etc. Los quesos bien curados son bienvenidos al menú,
en algunos casos.
Por otra parte, como esta
dieta es muy alta en proteína y acidifica la sangre, los médicos que la
recomiendan también recetan suplementos para bajar la acidez (alcalinizantes).
Es decir, es una dieta
alta en proteínas y grasas, muy baja en carbohidratos. Al reducir tanto los
carbohidratos, que son nuestra primera fuente de energía, el cuerpo echa mano
de las grasas del cuerpo para poder funcionar. Así es como esta dieta logra
quemar grasa y adelgazar rápidamente, al menos las primeras semanas.
Evidentemente, si incluyes muchos alimentos grasos en la dieta, el resultado será
menos espectacular o puede ser que hasta engordes.
Se incluyen abundantes grasas (aceites, semillas) para incrementar las calorías y la saciedad.
Pros
Lo mejor de esta dieta es
que elimina los productos procesados con harinas y azúcares refinados, grasas
trans y aditivos químicos (comida basura).
Si la dieta, además, es
baja en grasas y se reduce a proteína animal y vegetales verdes, el
adelgazamiento es mucho mayor.
Si no se toman grasas
(aceites, frutos secos, mantequilla, quesos), las digestiones mejoran y se
hacen más ligeras (es lo que experimenté). Los azúcares, pastas, harinas, etc.,
mezclados con proteínas y grasa, siempre dificultan la digestión e inflaman el
intestino.
Ensalada con carne: un plato típico paleo. Relativamente fácil de digerir y adelgazante.
Contras
Si la dieta cetogénica es
baja en grasa y en calorías, puede ocurrir que el cuerpo, para obtener energía,
acabe echando mano de las proteínas. Puede llegar a destruir tejido muscular
para conseguir energía, y aquí es cuando el adelgazamiento puede ser
preocupante.
Quemar grasas y quemar
proteínas para obtener energía no es lo mismo que quemar azúcares. Los
carbohidratos son el combustible más limpio para nuestro cuerpo (digamos que
son gasoil premier). Las grasas generan algunos residuos y las proteínas
generan muchos residuos, y tóxicos. Es decir, son gasoil más contaminado. Esos
tóxicos debemos eliminarlos, por el sudor, la orina y el hígado. Nuestros
riñones y nuestro hígado van a sufrir una sobrecarga con este tipo de dieta, y
esto, a medio y largo plazo, nos va a producir cansancio y debilidad.
La dieta cetogénica, al
ser muy acidificante (por los aminoácidos de la carne, grasas), provoca que
nuestro cuerpo libere calcio para neutralizar el ácido en sangre. ¿De dónde
procede el calcio? De los huesos y del estómago. Mucha carne puede llegar a
descalcificar los huesos y agotar las reservas de calcio del estómago, con lo
cual los jugos gástricos se empobrecen y aumenta el riesgo de osteoporosis.
Además, esta dieta es
alta en colesterol y grasas saturadas (toda la grasa animal es saturada). La
grasa saturada y la proteína animal, se ha comprobado en estudios científicos
que acaban dañando el revestimiento de las arterias y envejecen nuestro sistema
cardiovascular.
También es una dieta rica
en metionina (un aminoácido presente en las carnes y pescados), y mucha metionina
provoca una reacción acelerada de envejecimiento celular. Así lo explica el Dr.
Greger en este
video. Y en este artículo.
Las carnes y su grasa son ricas en metionina, cuya abundancia causa envejecimiento.
Cansancio, desgaste
hepático y renal, descalcificación, daños cardiovasculares… Una dieta que de
entrada parece limpia, energética y adelgazante, lo más sano del mundo, puede
acabar siendo una dieta enfermante que agota nuestro organismo y nos envejece.
Conozco varias personas
que la han seguido durante meses. Primero estaban entusiasmadas, pues
adelgazaron mucho. Luego se encontraron mal y acabaron dejándola. Incluso sus
promotores, por lo que he visto en Internet, acaban volviendo a sufrir algunos
síntomas de sus antiguas molestias y tienen que ir probando diferentes
suplementos, terapias o remedios dietéticos para ir corrigiendo los efectos de
este tipo de alimentación.
¿Es realmente una dieta paleo?
Hay mucha controversia
sobre lo que comían nuestros antepasados prehistóricos. He leído bastante de
esto y voy a resumir algo de lo que he aprendido.
1.
En primer
lugar, no hay una sola dieta paleo. No comían lo mismo los bosquimanos en
África que los indígenas del Amazonas, los nómadas del centro de Asia o los
habitantes del altiplano del Perú. En cada lugar, el hombre ha recolectado y
cazado lo que había; en algunas zonas más animales, en otras, prácticamente
sólo plantas y pequeños bichos.
2.
En segundo
lugar, los últimos hallazgos paleontológicos (estudios de huesos y dientes con
las mejores tecnologías) revelan que todos los hombres prehistóricos consumían
no sólo carne y plantas de hoja verde o raíces, sino cereales, tubérculos y otros
granos, posiblemente por su alto contenido energético y su fácil conservación y
transporte a distancia. El consumo de almidones es mucho más “paleo” de lo que
se piensa.
3.
Algunos
hallazgos en América del Sur muestran que cuarenta mil años antes de Cristo los
nativos ya cocinaban sus patatas y sus cereales. Ojo al dato: ¡cocinaban!
4.
Señalan
algunos expertos que los hombres prehistóricos no cazaban grandes animales con
frecuencia, sino más bien pequeños o de tamaño mediano. Pero esta no era su
principal fuente de comida. Si hubieran dependido de comer grandes bestias, el
gasto energético que supone una cacería hubiera sido superior al consumo
calórico de un buen asado… ¡Hubieran muerto de hambre! Por tanto, tenían que
contar con las plantas como alimentación básica. La carne posiblemente era un
extra.
5.
Tampoco se
sostiene la tesis de que los primeros hombres eran carroñeros. Ningún ser
humano tiene el estómago adaptado para comer carne podrida, ni hoy ni hace diez
mil años. Esto nos aleja de los animales carnívoros, que perfectamente pueden
comer carroña o carne pasada de unos días. La carne cazada por los humanos
debía ser consumida pronto, casi al momento, antes de inventarse las salazones
y las cámaras de hielo.
6.
La carne que
consumían los paleolíticos no tenía nada que ver con los animales de granja
atiborrados de harinas, antibióticos y hormonas que consumimos hoy. Eran
animales salvajes, mucho más pequeños y magros que los que encontramos hoy,
incluso los llamados de cría orgánica o ecológica.
En resumen, que comer bistecs, huevos y pescado a diario varias veces al
día no tiene nada que ver con lo que comían nuestros antepasados prehistóricos.
Nuestros antepasados no podían comer esto a diario.
Una dieta para ricos
Los fans de las dietas cetogénicas o paleo precisan que, por supuesto, la
carne que has de comer tiene que ser ecológica, de animales alimentados con
pasto, etc. Son conscientes de lo que
llevan los pobres bichos de granja y la cantidad de veneno que nos metemos al
cuerpo cuando los comemos… ¿Cómo va a beneficiar a tu intestino una carne llena
de fármacos cuyos efectos, justamente, inflaman la tripa?
Por otra parte, ¿quién puede alimentarse de esta manera? Evidentemente,
personas que tengan una economía bien saneada o que gasten todo su peculio en
comida. No es sostenible para todo el mundo, ni siquiera para el planeta. No
hay suficientes campos en la Tierra para alimentar a los siete mil millones de
personas que somos con carne ecológica de primera y a diario. Ni pescados en
los mares de aguas frías. Si todos tuviéramos que comer así, necesitaríamos unos
cuantos planetas… o ser muchos menos de los que somos. Y está claro que esto,
hoy, no es una alternativa.
Por último, comparto este vídeo: ver aquí. 9 estudios
que deberían conocer los que se enrolan en una dieta cetogénica.
Exceso de proteína y grasa animal: propio de la dieta occidental y un riesgo para la salud.
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