martes, 20 de diciembre de 2016

Lo bello y bueno

Si alguien me preguntara ¿qué comes ahora? Le diría: casi de todo... menos cuatro cosas. Mis “NO” son: lácteos, azúcar, aceites y harinas. ¿Animales? Muy pocos, solo carne de corral y huevo ecológico, nada de embutidos ni conservas. Y si alguien me dijera con espanto: ¿Qué comes, entonces? Le contestaría: ¡todo lo demás! ¿Te parece poco?

Ve a una frutería o a la sección de verduras de un supermercado. Hay una variedad asombrosa de frutas y hortalizas. ¡Hasta resulta bonito verlo! Ve a un mercado, como el de la Boquería o Santa Caterina. Hay verdulerías que exhiben sus productos en formas artísticas, combinando formas y colores, ¡una belleza!

Lo que es bello a la vista es sabroso al paladar, nutritivo en el cuerpo y un regalo para tu barriga. Come plantas. Come muchas frutas. Elígelas del tiempo, de proximidad, orgánicas si puedes, si no es igual. En su punto de maduración. Disfruta y aliméntate. Tu cuerpo y tus digestiones lo agradecerán.
Por supuesto, si tienes problemas con alguna fruta o verdura concreta, evítala. Conócete. Ciertas personas tienen alergia a los melocotones o a las fresas, o digieren mal las coles, la alcachofa o los tomates. No todos los «plantívoros» digerimos bien el crudo.

Experimenta: atrévete a probar frutas y hortalizas que no acostumbras a tomar o que jamás has probado. Puedes llevarte sorpresas agradables.

Yo me he pasado cuarenta años de mi vida tomando contadísimas clases de fruta, y más de veinte años comiendo a base de harinas, aceites, azúcar y... ¡lácteos! Justo los cuatro tipos de comida que ahora evito. Eso me mantuvo viva y me dio energía, pero minó mi salud y destrozó mi sistema digestivo. Ahora como todo lo contrario, ¡jamás había tomado tantas frutas ni tan variadas! Y me siento como nunca. Mi intestino funciona con una regularidad pasmosa que no recordaba. ¿Por qué será?

Si al cuerpo le das lo bueno, lo que le conviene, y además con belleza, gusto y sabor, ¡tu tripa estará de fiesta!

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