¿Os han hecho alguna vez
un análisis de heces? No uno rápido y simple, como los que suelen prescribir en
la sanidad pública o en las mutuas. Prácticamente lo único que detectan estas
analíticas es si hay restos de sangre o no para descartar pólipos o tumores. Me
refiero a un análisis completo, donde se estudian los tipos de bacterias que hay
en el intestino, su cantidad y su proporción. Una mirada exploradora a la
variedad de fauna y flora que puebla nuestro colon.
Os voy a explicar lo que
he aprendido a partir de mis análisis. De entrada, son análisis realizados en
un laboratorio privado. Los tiene que prescribir un especialista y no son
baratos. El precio oscila según lo completo que sea y la cantidad de
indicadores que incluya el estudio. En mi caso, me los hizo el Instituto de
Microecología, que está en Madrid, y el tipo de análisis se llama
KyberKompakt. En
este enlace encontraréis más información.
¿Qué se analiza en este
estudio? Pues básicamente seis aspectos:
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La microbiota protectora, o bacterias que
protegen la pared intestinal.
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La microbiota proteolítica, o bacterias
que descomponen proteínas.
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La microbiota inmunomoduladora, o
bacterias que entrenan al sistema inmune.
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La presencia
de hongos y levaduras.
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La microbiota muconutritiva, que alimenta
la pared intestinal.
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El ph de las heces, o su grado de acidez.
Además, en un análisis
todavía más completo se pueden analizar datos como estos:
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Restos de
agua, nitrógeno y grasa, enzimas y proteínas.
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Marcadores de
permeabilidad intestinal: zonulina y alfa-1 antitripsina.
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Mediadores
inflamatorios: calprotectina, lisozima y lactoferrina.
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Indicadores
de posibles tumores.
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Anticuerpos
que señalen posibles alergias o intolerancias al gluten o a otras proteínas:
gliadina, transglutaminasa, etc.
Flora y fauna variada
Como vemos, las bacterias
intestinales tienen diversas funciones: nutridoras, protectoras, defensoras y
de apoyo al sistema inmune, reparadoras de tejidos y descomponedoras de
nutrientes. Lo importante es que de cada una de estas haya la cantidad adecuada
para que el ecosistema intestinal funcione. Si hay demasiadas de un tipo, o
demasiado pocas, tendremos problemas.
Normalmente, en los
resultados de estos análisis te facilitan unas gráficas con colores y signos, muy
fáciles de interpretar, donde se señalan los márgenes de normalidad y tu
resultado. Si está correcto, se marca con un OK o en color verde. Si hay
deficiencia o exceso se marcará con flechitas y en color rojo. El especialista
en aparato digestivo te ayudará a relacionar todos estos datos y dibujará un
panorama de la situación de tu intestino.
¿Cómo interpretar un diagnóstico?
Te pondré un ejemplo a
partir de mis análisis. En mi caso, las bacterias
proteolíticas tenían valores correctos. Son las responsables de descomponer
restos proteicos, lo que en términos llanos es la putrefacción.
De las bacterias inmunomoduladoras, la Escherichia coli estaba bien, pero los Enterococcus no. Esto significa que mi
flora no modula bien el sistema inmune y que puedo tener reacciones de
intolerancia o inflamación, con presencia de glóbulos blancos en la sangre
fuera de lo normal, como sucede, en efecto. En mis análisis de sangre siempre
se detecta un número elevado de cierto tipo de leucocitos. ¿A qué es debida la
disminución de enterococos? Posiblemente la toma de fármacos o antibióticos,
cuando era más joven, causó el primer daño, y la ingesta de ciertos alimentos
aumentó el desequilibrio (lácteos, trigo, azúcares refinados).
En la flora protectora es donde tenía mayores
deficiencias: esto significa que mis paredes intestinales están poco
protegidas. Las bacterias que me faltaban eran los famosos Lactobacilos, ¡y eso
que durante décadas he sido una gran comedora de yogures! ¿Consecuencias?
Intestinos irritados e irritables y reacción ante determinados alimentos que
pueden aumentar la inflamación. Necesito reparar el tejido de mis tripas.
También salieron
deficiencias en la flora muconutritiva,
es decir, la que nutre la mucosa intestinal. Si sumamos la poca nutrición con
la poca protección, tenemos una pared intestinal débil que, lógicamente, dará
molestias. Estas bacterias muconutritivas son importantes, y en el libro de
Giulia Enders, La digestión es la
cuestión, se explica con detalle qué hacen y qué significa tenerlas en sus
valores justos. Ciertas enfermedades, como la diabetes, se asocian con un
determinado desequilibrio de la flora intestinal. ¿Queréis nombres? Para que os
vayan sonando: Faecalibacterium prausnitzii
y Akkermansia muciniphila.
La proliferación de hongos y levaduras puede ser otro
problema. Las cándidas se encuentran entre estas. Un exceso de estos bichitos
puede delatar el consumo de demasiados azúcares refinados y una infección
interna crónica, con sus consiguientes efectos nocivos.
Por último, el ph de las heces debe estar entre 5,8
y 6,5, es decir, alrededor de 6, e indica también el grado de acidez de los
alimentos que tomamos, así como su asimilación bajo la acción de la bilis y los
jugos digestivos.
La consistencia dura puede delatar estreñimiento, deshidratación o
falta de fibra; mientras que una consistencia líquida o demasiado suelta puede
ser señal de infección, inflamación o alguna enfermedad autoinmune del
intestino.
Esto son cuatro orientaciones,
pero tu médico sabrá interpretar mejor los resultados. Pregúntale todo lo que
necesites saber, ¡no te quedes con las dudas! Aprende de tu análisis y así
comprenderás mejor la terapia que te prescriba. Podrás, además, incorporar
alimentos y hábitos sanos que te ayuden a equilibrar tu flora intestinal.
En la próxima entrada
hablaré de posibles soluciones ante una flora desequilibrada. ¡No basta con ir a comprar unas pastillas de probióticos!