Mi padre nos cuenta que, cuando llegaba la
época de las castañas en su pueblo ―en las montañas del Bierzo, León― todos los
problema de estómago desaparecían. Así lo aseguraban los médicos de familia.
Las castañas acababan con los problemas digestivos... ¡y con el hambre! de
muchas personas.
¿Qué tiene la preciosa castaña, un fruto típico
de este tiempo del año? Además de estar deliciosa, asada o en sus variantes más
golosas ―marrón glacé, mermelada, crema o puré― la castaña es rica en
almidones, energía confortable que nutre el cuerpo y suaviza el tracto
digestivo. A diferencia de otros frutos secos, es baja en grasa y alta en
proteínas y otros nutrientse. Aquí tenéis un cuadro con la composición
nutricional de la castaña:
Composición de la castaña por cada 100 gr
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Agua
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48,6 g
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Calorías
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213 kcal
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Grasa
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2,26 g
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Proteína
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2,42 g
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Carbohidratos
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45,54 g
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Fibra
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8,1 g
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Potasio
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518 mg
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Fósforo
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93 mg
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Hierro
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1 mg
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Magnesio
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33 mg
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Calcio
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27 mg
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Vitamina C
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43 mg
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Vitamina B1
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0,238 mg
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Vitamina B2
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0,168 mg
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Vitamina B3
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1,179 mg
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Vitamina B6
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0,376 mg
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Ácido fólico
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62 mcg
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Como veis, es rica en carbohidratos, en fibra
y en agua. Los carbohidratos son de combustión lenta, así que es apta para diabéticos.
Sus proteínas contienen todos los aminoácidos esenciales que necesitamos, y
entre las grasas (pocas) se cuentan omega 6 y omega 3 en proporciones
adecuadas. Los minerales que contiene y las vitaminas del grupo B la hacen un
alimento estupendo para el sistema nervioso y la salud cardiovascular. También
es buena para la anemia, y para el estreñimiento. Y no es un alimento
engordante (otra cosa es que te des un atracón de marrón glacé o puré azucarado).
Castañas asadas en casa... ¡Riquísimas y nutritivas!
En resumen, es un alimento casi completo. No
es de extrañar que antiguamente, y antes de la introducción de la patata en
Europa, fuera un ingrediente básico de la dieta popular, y remedio de muchas
hambrunas.
En cuanto a la digestión, es verdad que puede
provocar un poco de gases por su contenido en fibras, pero si se toman bien
asadas, sin mezclar con otros alimentos, o hervidas, o en puré, no tienen por
qué dar problemas. Muchas veces el problema son las mezclas. Tomar un puñado de
castañas como tentempié, desayuno o merienda es fantástico. Tomarlas como
postre de una comida opípara puede cargar un poco más nuestro estómago, claro.
Una delicatessen: castañas confitadas o marron glacé.
(Marron es el término que designa «castaña» en francés)
¿Por qué antaño tenían fama de digestivas?
Probablemente porque sus proteínas y sus vitaminas contribuían a regenerar los
tejidos, incluidas las mucosas digestivas. Y porque la fibra y los almidones
mejoraban el tránsito intestinal. Y también porque el hambre y la desnutrición afectan
a la salud. Una persona mejor nutrida podía mejorar su salud, también
digestiva.
Por cierto, para las personas alérgicas al gluten y al trigo, sabed que hay una harina de castaña que se puede utilizar en cocina y repostería. Es muy fina y con buen sabor, además de nutritiva. la encontraréis en granerías y tiendas especializadas en cereales, legumbres y frutos secos, como la Casa Perris, en el Born de Barcelona.
En este enlace de Ecoagricultor encontraréis
muchas curiosidades, beneficios e información sobre las castañas.
Y aquí tenéis el portal de la castaña del Bierzo.
La gallega se lleva la fama, pero os aseguro que como la castaña del alto
Bierzo ¡no hay otra igual! Mis tías cada año le envían una caja a mi padre,
recogidas de las castañales de su
tierra natal... Y mi padre, fiel a su tradición, las asa en la cocina de casa, en una sartén
vieja de hierro sobre el fogón, y las envuelve en papel de periódico y un trapo
para que conserven el calor hasta el momento de comerlas. ¡Qué sabor y qué
confort, comidas calentitas y recién asadas!
Los castaños son árboles majestuosos.
Muchos llegan a centenarios y atesoran una larga historia.
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