Otro alimento muy típico de esta época, al
menos en nuestro país, es el boniato. Desde
mediados de octubre, los castañeros abren sus puestos en las calles para
ofrecernos estas dos joyas otoñales: castañas y boniatos.
El boniato, batata, camote en América Latina,
o patata dulce, parece algo exótico hoy, pero en otros tiempos fue un alimento
básico en muchos lugares. Recuerdo que un buen castañero que conocí, y al que
solía comprar boniatos, me explicaba que en su infancia, vivida en la Andalucía
rural, los boniatos les salvaron del hambre muchos inviernos.
El boniato, como la patata, es un alimento completo.
En caso de necesidad, podríamos vivir sólo comiendo boniatos, porque contienen
todos los nutrientes esenciales que necesitamos. ¿Ventajas sobre las patatas?
Su contenido en carotenos (precursores de la vitamina A), que son los que le
dan ese bonito color naranja. Y además contienen vitamina C y E, y bastante más
fibra y minerales. Su sabor y textura son deliciosos, y muy confortables en
esta época de más frío. Se pueden comer asados, o al horno, pero también se
pueden cocer como patatas, troceados; o fritos, o con verdura, y con ellos se
elaboran unos purés increíbles.
En este cuadro tenéis la composición química
del boniato:
Composición del boniato por
cada 100 g
|
|
Calorías
|
105
Kcal
|
Carbohidratos
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24,28
g
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Proteínas
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1,65
g
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Grasas
|
0,30
g
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Fibra
|
3
g
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Calcio
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22
mg
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Magnesio
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10
mg
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Socios
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13
mg
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Potasio
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204
mg
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Hierro
|
0,59
mg
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Vitamina
B9 (ácido fólico)
|
80
mg
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Un puré medicinal
Comparto una de mis recetas de invierno
favoritas: el «puré de carotenos», que me enseñó Rosario, mi doctora amiga. ¡Es
una auténtica delicatessen!
Ingredientes:
1 boniato
1 trozo de calabaza
2 ó 3 zanahorias
Lo pones todo a hervir, unos 10 minutos. Lo
cuelas y lo bates con un poco del caldo hasta que quede un puré cremoso. Luego,
el toque: antes de servir, añade un poquito de zumo de naranja... Remueve bien
y sirve caliente o templado. Frío también está delicioso. ¡Te sorprenderá! Este
puré es un súper-alimento cargado de vitaminas, fibra y nutrientes
antioxidantes. Para mí tiene un significado especial, pues fue el primer
alimento consistente que tomé después de mi operación intestinal. Me lo
trajeron al hospital, en un tarrito, hecho con todo mimo... ¡y qué bien me
sentó! Me recuperé de maravilla tomando purés como este.
En una noche fría...
Ahora os contaré cómo descubrí los boniatos,
pues en mi casa no teníamos costumbre de comprarlos y jamás formaron parte de
nuestra dieta. Fue yendo de excursión con mis amigos. Hacíamos la travesía de
Matagalls a Montserrat, varios días caminando de montaña en montaña. Una tarde llegamos a un
pueblo donde íbamos a pasar la noche. La persona que nos tenía que abrir el
albergue se retrasó mucho y tuvimos que cenar a la intemperie, en medio de una
plaza, con un frío tremendo. Nuestro
guía consiguió unos boniatos y los preparó en la sartén, sobre un hornillo de
camping gas que llevábamos. Los cortó a rodajas y los frió, rebozándolos con
azúcar. ¡Con qué gusto los devoramos! Aquel postre logró quitarnos el frío.
Cuando recuerdo aquella noche helada y el sabor dulce del boniato caliente, con
el crujiente del frito y el azúcar, pienso que pocas cosas he comido con más
gusto en toda mi vida.
La verdad es que cocinados de esta manera los
boniatos son una bomba. No recomendaría mucho esta receta. En cambio, un postre
que me encanta, o incluso como desayuno, es el boniato asado, a rodajas,
espolvoreado con canela. ¡Tan rico como el mejor pastel!
Virtudes de los boniatos
Ahora voy a la parte digestiva y saludable.
¿Sabéis que el boniato se considera uno de los alimentos más sanos del mundo?
Es un básico en la dieta de los habitantes de Okinawa, una isla
japonesa que cuenta con el porcentaje de población centenaria mayor del mundo.
Los nativos de Okinawa se han hecho famosos y son objeto de estudio por su extraordinaria
longevidad. No sólo viven mucho, sino que llegan a los cien años y los
sobrepasan, en muy buenas condiciones de salud. ¿El secreto? No es un solo
factor, sino varios. Llevan un estilo de vida sencilla, en el campo. Siguen los
ritmos de la naturaleza. Trabajan mucho, son frugales, mantienen vivas sus
relaciones afectivas y una rica vida social. Se divierten, se comunican, cultivan
la amistad y no se estresan... En cuanto a su dieta, incluye arroz
y muchas verduras variadas, algo de pescado y marisco, muy poca carne... y un tubérculo:
¡el boniato! El que toman ellos es una variedad morada que está
cargada de vitaminas y antioxidantes.
Como todos los tubérculos, el boniato es
suavizante y bueno para el sistema digestivo. Además de digerirse fácilmente,
su asimilación es lenta ―no contiene carbohidratos refinados como el azúcar―.
Aporta energía y toda clase de nutrientes, como hemos visto, y su fibra
alimenta las bacterias intestinales y favorece una buena evacuación.
En esta página de Botanical
on line encontraréis muchas más virtudes de este tubérculo (fantástico para el
corazón, para la visión, para las embarazadas, para los deportistas y
estudiantes...) Si el boniato no forma parte de tus menús, ¡quizás ha llegado
el momento de darle una oportunidad!
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