sábado, 28 de enero de 2017

Paso a paso: el estómago

El estómago segrega jugos y enzimas digestivas que descomponen el alimento en componentes sencillos ―grasas, azúcares, aminoácidos―. Sobre todo en el estómago se digieren las proteínas. Los jugos son muy, muy ácidos, por eso el estómago se protege de sí mismo con una capa mucosa que lo reviste por dentro.

¿Qué puede pasar en el estómago? Como en la boca, lo que nos interesa aquí son dos cosas: qué entra, cómo entra y el estado del órgano en sí.

Qué entra y cómo


Puede suceder que la comida ya llegue en malas condiciones: mal masticada, mal ensalivada y con bocanadas de aire. Si la comida llega así, el estómago tendrá que segregar más jugos, habrá más ácido y esto puede provocar un reflujo hacia el esófago, que nos provocará el conocido ardor.

Si comemos demasiado, ocurrirá lo mismo. Olla demasiado llena, olla que derrama un poco, es de lógica.

Si comemos demasiada proteína y demasiada grasa, sucederá lo mismo. Más adelante ya os comentaré. Yo me libré del ardor de estómago, definitivamente, cuando eliminé los aceites de mi dieta ―y a muchas personas les ha sucedido lo mismo―. Un exceso de azúcares refinados es igualmente irritante.

Las mezclas de ciertas comidas también son explosivas. Grasas con azúcares: mal. Grasas con proteínas: peor. Azúcares refinados van mal con todo. Lo mejor es comer cosas simples en cantidades moderadas. Las verduras combinan casi con todo y las frutas deberían tomarse solas (hablaremos de combinaciones en otra entrada).

No todo sienta bien a todo el mundo. Cuando llevas años con problemas digestivos lo normal sería conocerte un poco. ¿Qué te causa problemas? ¿Son algunas mezclas? Algunos alimentos pueden ser irritantes para estómagos delicados. Toma nota de los más frecuentes, puede ser tu caso: alcohol, chocolate, café, especias y condimentos picantes, cebolla, ajo, cítricos y dulces ―bollería y pasteles―.

Houston, tenemos un problema...


Tu estómago puede tener otros problemas. Si tienes cierta edad, puede ser que te falten ácidos y enzimas digestivas ―con los años se pierde capacidad para producirlas―. Esta carencia de enzimas puede verse agravada por carencias nutricionales, de sodio, por ejemplo, o de otros minerales y de algunas vitaminas, como las del grupo B. Si te faltan enzimas no vas a digerir bien y los síntomas se parecerán mucho al ardor: te parecerá que tienes mucho ácido y es lo contrario, así que tomar antiácidos no hace más que arruinar por completo tu digestión, aunque la sensación sea de alivio. La papilla que pasa de tu estómago al intestino será un completo desastre.

Puedes tener una infección o proliferación de bacterias, como las famosas Helicobacter pylori. La mitad de la población las tiene, y no dan problemas. Los dan si son demasiadas y hay alguna sensibilidad o daño en el sistema digestivo. Por ejemplo, yo tuve esta infección y cuando la eliminé mejoré bastante. El problema es que las bacterias suelen volver... Para exterminarlas se usa una triple terapia de antibióticos que devasta la flora intestinal, causando otros problemas. Con lo cual no sé si el remedio es peor que la enfermedad. Hay terapias naturales efectivas con aceites esenciales, arcilla y hierbas. Son más lentas y piden voluntad y acompañarse de una dieta sana, pero a la larga son mejores y enseñan al paciente a comer mejor. Los médicos conscientes deberían explorarlas ―algunos ya lo hacen―. Si el paciente no corre peligro es mejor resolver el problema sin recurrir a la bomba de antibióticos.

Las emociones


Pero el estómago no sólo es un saquito de ácidos. Es la olla de nuestra comida y está conectado con el resto del sistema digestivo... ¡y con el resto del cuerpo! ¿Qué ocurre cuando estamos estresados, apurados, con miedo o ansiedad? Pues que el estómago se resiente (más adelante explicaré por qué). Se vuelve vago, segrega menos jugos, se mueve menos y no digiere bien. ¡Alerta a las emociones y a tu tren de vida! No es por casualidad que la acidez estomacal afecte a tantos ejecutivos y personas hiperocupadas. A veces basta un cambio de vida, adoptar un ritmo diferente y aprender a relajarnos para mejorar de manera espectacular nuestras digestiones.

¿Te ha sucedido que, cuando te vas de viaje o de vacaciones, tus digestiones mejoran como por arte de magia? ¿Qué ocurre aquí?

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