El estómago segrega jugos y enzimas digestivas
que descomponen el alimento en componentes sencillos ―grasas, azúcares,
aminoácidos―. Sobre todo en el estómago se digieren las proteínas. Los jugos
son muy, muy ácidos, por eso el estómago se protege de sí mismo con una capa
mucosa que lo reviste por dentro.
¿Qué puede pasar en el estómago? Como en la
boca, lo que nos interesa aquí son dos cosas: qué entra, cómo entra y el estado
del órgano en sí.
Qué entra y cómo
Puede suceder que la comida ya llegue en malas
condiciones: mal masticada, mal ensalivada y con bocanadas de aire. Si la
comida llega así, el estómago tendrá que segregar más jugos, habrá más ácido y
esto puede provocar un reflujo hacia el esófago, que nos provocará el conocido
ardor.
Si comemos demasiado, ocurrirá lo mismo. Olla
demasiado llena, olla que derrama un poco, es de lógica.
Si comemos demasiada proteína y demasiada
grasa, sucederá lo mismo. Más adelante ya os comentaré. Yo me libré del ardor
de estómago, definitivamente, cuando eliminé los aceites de mi dieta ―y a
muchas personas les ha sucedido lo mismo―. Un exceso de azúcares refinados es
igualmente irritante.
Las mezclas de ciertas comidas también son
explosivas. Grasas con azúcares: mal. Grasas con proteínas: peor. Azúcares
refinados van mal con todo. Lo mejor es comer cosas simples en cantidades
moderadas. Las verduras combinan casi con todo y las frutas deberían tomarse
solas (hablaremos de combinaciones en otra entrada).
No todo sienta bien a todo el mundo. Cuando
llevas años con problemas digestivos lo normal sería conocerte un poco. ¿Qué te
causa problemas? ¿Son algunas mezclas? Algunos alimentos pueden ser irritantes
para estómagos delicados. Toma nota de los más frecuentes, puede ser tu caso: alcohol,
chocolate, café, especias y condimentos picantes, cebolla, ajo, cítricos y dulces
―bollería y pasteles―.
Houston, tenemos un problema...
Tu estómago puede tener otros problemas. Si
tienes cierta edad, puede ser que te falten ácidos y enzimas digestivas ―con
los años se pierde capacidad para producirlas―. Esta carencia de enzimas puede verse agravada por carencias
nutricionales, de sodio, por ejemplo, o de otros minerales y de algunas vitaminas,
como las del grupo B. Si te faltan enzimas no vas a digerir bien y los síntomas
se parecerán mucho al ardor: te parecerá que tienes mucho ácido y es lo
contrario, así que tomar antiácidos no hace más que arruinar por completo tu
digestión, aunque la sensación sea de
alivio. La papilla que pasa de tu estómago al intestino será un completo
desastre.
Puedes tener una infección o proliferación de bacterias,
como las famosas Helicobacter pylori.
La mitad de la población las tiene, y no dan problemas. Los dan si son
demasiadas y hay alguna sensibilidad o daño en el sistema digestivo. Por
ejemplo, yo tuve esta infección y cuando la eliminé mejoré bastante. El
problema es que las bacterias suelen volver... Para exterminarlas se usa una
triple terapia de antibióticos que devasta la flora intestinal, causando otros
problemas. Con lo cual no sé si el remedio es peor que la enfermedad. Hay
terapias naturales efectivas con aceites esenciales, arcilla y hierbas. Son más
lentas y piden voluntad y acompañarse de una dieta sana, pero a la larga son
mejores y enseñan al paciente a comer mejor. Los médicos conscientes deberían
explorarlas ―algunos ya lo hacen―. Si el paciente no corre peligro es mejor
resolver el problema sin recurrir a la bomba de antibióticos.
Las emociones
Pero el estómago no sólo es un saquito de
ácidos. Es la olla de nuestra comida y está conectado con el resto del sistema
digestivo... ¡y con el resto del cuerpo! ¿Qué ocurre cuando estamos estresados,
apurados, con miedo o ansiedad? Pues que el estómago se resiente (más adelante
explicaré por qué). Se vuelve vago, segrega menos jugos, se mueve menos y no
digiere bien. ¡Alerta a las emociones y a tu tren de vida! No es por casualidad
que la acidez estomacal afecte a
tantos ejecutivos y personas hiperocupadas. A veces basta un cambio de vida,
adoptar un ritmo diferente y aprender a relajarnos para mejorar de manera
espectacular nuestras digestiones.
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