Es posible que hayas
llegado a este blog buscando remedios para hacer una buena digestión. Es
posible que lleves años, quizás décadas, lidiando con dolores de estómago,
gases, estreñimiento… o problemas peores. A mí me sucedía igual.
También es posible que
estés harto de ir al médico y hacerte infinidad de análisis y pruebas solo para
que el especialista te diga: No tienes nada grave. Todo son nervios. O: ha sido
algo pasajero. Estrés, o una pequeña infección, o…
¿Te has sentido impotente,
diciéndote a ti mismo que eres un misterio sin resolver y que no entiendes qué
pasa dentro de ti? ¿Te has sentido estúpido cuando los médicos insisten en que
no tienes nada malo, pero sigues encontrándote mal?
Tu cuerpo no te engaña. Algo pasa. Tanto si es de origen psíquico como orgánico, algo te sucede. No son imaginaciones tuyas.
Mi mensaje de hoy es… ¡No te rindas! No te dejes por un caso
perdido. No te conformes con lo que te diga uno, dos o media docena de médicos.
Si tienes la tripa alterada, hay algo que provoca tu malestar.
Llegó el momento de tomar
las riendas. Lee libros. Investiga
por Internet. Busca médicos o terapeutas que puedan ayudarte y arrojar luz
sobre tus problemas. Escucha tu cuerpo. Estudia, aprende, forma tu criterio y
ábrete a nuevas terapias o remedios naturales.
¿Crees que los médicos lo
saben todo? No. No lo saben todo. Los estudios de medicina no abarcan a fondo
toda la complejidad de la biología humana. Por ejemplo, se estudia poquísima
nutrición. Los médicos memorizan largas listas de fármacos y sus aplicaciones,
pero saben poco de dietética, a menos que les interese el tema y se formen por
su cuenta. Por otra parte, los médicos están presionados. Se les gratifica para
que receten ciertos fármacos o tratamientos. O se les obliga a seguir un
protocolo. ¿Quién decide qué fármacos promocionar y qué protocolos seguir? Son
comités formados por diversas personas. Algunas quizás no tienen ni idea de
medicina, pero tienen poder decisorio. Saben de negocios y de política, y quieren
que la sanidad sea rentable. Les preocupa el ahorro o el lucro pero no tu
salud. Como paciente, tienes derecho a
estar bien informado por tus médicos. Pregunta, pide explicaciones de por
qué te recetan algo y qué riesgos o efectos secundarios tiene el medicamento,
la terapia o la cirugía que te prescriben. Si no te convence, pide
alternativas. Puedes negarte a seguir alguna terapia que no consideres
adecuada, siempre bajo tu responsabilidad. Pide también copias de tu historial
médico, tienes todo el derecho a conservarlo. Y busca siempre una segunda
opinión médica, o una tercera.
Finalmente, los médicos
no están en tu piel. No sienten cómo te sientes. No pueden adivinar. Los
análisis y las pruebas dan unos datos, pero no muestran el mapa completo de tu
cuerpo y de tu realidad.
De manera que no te conformes con una opinión o con
un tratamiento que no te funciona. Sigue buscando. ¡Tú lo mereces!
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