La patata es un tubérculo
humilde que ha sido protagonista de toda clase de literatura. Desde salvadora
de la humanidad en tiempos de hambruna, hasta villana acusada de provocar
obesidad; desde alimento básico de las culturas andinas hasta proscrita de muchas
dietas. Reina de muchos platos, protagonista de la inigualable tortilla española, omnipresente en
estofados y platos combinados… ¿a quién no le gusta la tierna, cremosa,
versátil y socorrida patata?
Aún no he conocido a nadie
que diga: ¡no me gusta la patata!
Y sin embargo, ¡tienen
tan mala prensa! Existe otro mito muy extendido, y es que las patatas engordan,
y que su carga glicémica es muy alta y favorece la diabetes y otros trastornos.
Para muchos dietistas y gurus de la salud natural son un alimento prohibido y
maldito. ¿Qué hay de cierto en ello?
Soy una fan de la
patata. ¡Cuántas comidas me ha salvado! Y cuánto bienestar me ha proporcionado
en mis meses de recuperación digestiva. Hoy, sigue siendo un básico de mi
cocina. Creo que debo comer entre medio kilo y ¾ de kilo de patatas al día.
¡Eso al año son muchas patatas!
Por cierto, comer mucha patata
no engorda. No os podéis imaginar lo que me ha costado ganar peso comiendo
patatas en cantidad. Lo que me ha hecho ganar el peso que necesitaba no han
sido las patatas, precisamente. De modo que las personas con sobrepeso, no
sufráis. Lo que engorda es lo que se suele acompañar con las patatas. Véase el
ejemplo más típico: las patatas fritas. Sin freír, apenas pasan de 100 calorías
por 100 gramos (el pan tiene el doble). Fritas, pasan de 400 calorías por 100
gramos. Es el aceite el que engorda, combinado con los carbohidratos de la
patata. Lo mismo sucede con la deliciosa tortilla de patata. Huevo+aceite+patata
es una combinación mucho más engordante que la patata sola.
Por cierto, nuestra tortilla española ha merecido hasta un poema. Leed aquí la Oda a la tortilla de patatas, del poeta José Antonio Azpeitia.
Por cierto, nuestra tortilla española ha merecido hasta un poema. Leed aquí la Oda a la tortilla de patatas, del poeta José Antonio Azpeitia.
¡Deliciosa tortilla de patata! Pero ojo, que es un mix potente...
El doctor McDougall, en
su libro La solución del almidón,
explica que la patata es un alimento ideal y completo. Podríamos vivir comiendo sólo
patatas. Es célebre el experimento que se hizo con dos jóvenes adultos, en los
años 1920. Estuvieron seis meses comienzo sólo patatas. Hacían deporte,
llevaban una vida activa, no pasaron hambre, no se aburrieron de la comida y al
finalizar su dieta mono-patata gozaban de una salud perfecta y tenían las
cantidades adecuadas de nitrógeno en su cuerpo (nitrógeno = proteína).
Si queréis leer más
maravillas sobre la patata y entendéis el inglés, en este artículo podréis saber más. Da gusto leer cosas buenas
sobre la comida que nos gusta, ¿verdad?
Crujientes patatas al horno, ¡mmmm!
En esta
página leeréis otra
historia curiosa: la de un joven obeso que no sabía qué mas probar para
adelgazar (dietas, terapias, deporte…). Al final, decidió pasarse un año
comiendo sólo patatas. ¡El resultado fue asombroso! Tanto que ha creado un club
de fans de la patata que lo siguen y con quienes comparte sus recetas. Por
supuesto, finalizado su año de prueba, decidió incorporar más variedad a su
dieta. Pero consiguió su objetivo (ved las fotografías). No sólo mejoró su
aspecto sino su salud y su estado de ánimo, y sin carencias nutricionales.
Ahora se dedica a ayudar a otras personas con sobrepeso a recuperar su peso
óptimo sin sufrir, sin pasar hambre y comiendo uno de sus alimentos favoritos.
Pegas a las patatas
La primera “pega” que la gente pone cuando lee algo así es: ¡las
patatas engordan!
Respuesta (ver más
arriba). No engordan. Son carbohidrato con su dosis de vitaminas, minerales,
fibra y agua. No tienen apenas grasa y se digieren de maravilla. Lo que puede
estropearlas es el aceite o las salsas. Cocina tus papas al vapor, hervidas, al
horno, a la brasa, incluso a la sartén sin aceite (quedan torraditas y
deliciosas). Combínalas con verduras o legumbres. Dales sabor con caldo
vegetal, con hierbas… ¡Hay mil maneras! Nunca te cansarás de comerlas. Además,
son saciantes y no te dejan con hambre ni ganas de comer más. Aquí tenéis una tabla de la composición de la patata.
Veréis que tiene pocas calorías por kilo, es un alimento poco denso y con
apenas grasa, de modo que se puede tomar en cantidad.
Si las comes así, con verduritas y hierbas, nunca te van a engordar.
Segunda objeción: ¡tienen un índice glucémico alto! Los obesos, diabéticos y personas con
elevado azúcar en sangre no pueden tomarla.
Veamos. El índice glucémico es la capacidad que tienen los alimentos de subir
el azúcar en sangre después de comerlos. La glucosa tiene un índice de 100,
para que os hagáis una idea. La patata, según cómo la cocines, tiene un índice
entre 85 y 100, así que, efectivamente, es alto. Pero ojo, ¡la patata no es
azúcar puro! Tiene mucha agua y otros nutrientes. Los expertos en nutrición
señalan que no debemos mirar tanto el índice glucémico como la carga glucémica, que es la relación entre el índice glucémico y
la cantidad de carbohidratos que contienen los alimentos. La carga glucémica de
la patata hervida es de 15 (se considera media, no alta). Sus carbohidratos nos
dan energía y, además, tiene otros nutrientes estupendos. Por tanto, no es una
amenaza para la salud. En cambio, hay alimentos con un índice glucémico bajo
que son mucho más insanos y peligrosos para nuestra salud. La fructosa pura
tiene un índice glicémico de 19, se añade para endulzar todo tipo de comidas
envasadas y dispara los triglicéridos en sangre. Una porción de pizza con
queso, un pastel o un batido de chocolate tienen un índice glucémico de 30 a 35,
y nadie diría que son mejores para la salud cardiovascular que una inocente
patata hervida, ¿no? En esta entrada de Fitness revolucionario lo explican muy bien.
Puré de patatas, ¡alimento de campeones! Y excelente papilla para los bebés.
Una tercera pega más “técnica” puede ser que los entendidos en
nutrición te digan: tiene alcaloides y lectinas. Puede causar inflamación y
daños neurológicos en tu organismo. ¡Qué miedo!
Los alcaloides son compuestos
químicos presentes en muchas plantas. La cafeína, la nicotina, la morfina y la
cocaína son los alcaloides más conocidos. Tienen efectos psicoactivos, ya sean
estimulantes o calmantes. Y es cierto, en grandes cantidades pueden ser muy
tóxicos. Hay alcaloides en la mayoría de grupos de vegetales, entre ellos las
solanáceas (patata, pimiento, berenjena, tomate…) El alcaloide de la patata es
la solanina. Pero en la cantidad presente en el tubérculo,
tomando dosis razonables, no supone una amenaza. Tendríamos que comer kilos y
kilos de patata para sentir sus efectos negativos.
El consejo es pelar bien
las patatas (los alcaloides están sobre todo en la piel y en las hojas) y
evitar las viejas, dañadas, verdosas o con parásitos, porque pueden tener
cantidades mayores de alcaloides. Y, por supuesto, hervirlas o cocinarlas bien,
pues el calor destruye o degrada los alcaloides. Hay personas más sensibles a estos
componentes. Si es tu caso, o si notas que al tomarlas sientes molestias
digestivas o de otro tipo, simplemente deja de comerlas o reduce la cantidad.
Lástima, pero es así: cuando hay intolerancias, la mejor solución es la
abstinencia.
Las lectinas son un tipo
de proteína presente en muchos vegetales (sobre todo cereales y legumbres) que
también pueden dar problemas a algunas personas. Un día hablaré de ellas porque
generan mucha polémica y todavía no se ha dicho la última palabra sobre su
función en los organismos vivos. La presencia de lectinas en la patata no es peligrosa
porque con la cocción la mayor parte se eliminan.
Conclusión
Si te gusta la patata,
¡recurre a ella! Es un alimento suave, nutritivo y muy confortable para el
sistema digestivo. Tendrás la certeza de comer algo que te sienta bien y te da
energía. Un mimo para tus intestinos. Y, si te gustan las ensaladas de patata
fría, debes saber que generan un tipo de fibra que es buenísima para tus
bacterias intestinales, tal como explica Giulia Enders en su libro La digestión es la cuestión.
Ya lo sabes, ¡viva la
rica patata! Eso sí, que no sean fritas, ni con mayonesa. J
Rica ensalada de patata, ¡un plato ideal para el verano!
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