Para esta entrada me baso en una conferencia
del doctor Milton Mills impartida en California en febrero 2016 (ver aquí en youtube).
En una digestión normal, la comida pasa unas
dos horas en el estómago, otras dos horas en el intestino delgado y el bolo que
queda pasa... ¡doce horas en el intestino grueso! ¿Qué hace tanto tiempo ahí?
¿Qué pasa en nuestro colon? Ahora lo veremos.
En el colon es donde habita nuestra gran
colonia de bacterias y otros bichitos: son más habitantes que células tenemos
en todo el cuerpo. Todas las fibras que nosotros no podemos digerir son
alimento para las bacterias. ¡Y las
bacterias tienen mucho trabajo! De ahí el largo tiempo que el bolo
alimenticio pasa en el colon.
Una farmacia natural en el colon
¿Qué hacen estas bacterias? Además de comer
fibra, segregan diferentes sustancias por fermentación, en especial los
llamados ácidos grasos de cadena corta. Estos ácidos son imprescindibles para
nuestra salud.
Uno de ellos es el butirato. Es el alimento perfecto para las células del colon, para
mantenerlas sanas y en buen funcionamiento. Además, tiene un efecto
antiinflamatorio en las células T del sistema inmune.
Otro producto de la fermentación bacteriana es
el propionato, que inhibe una enzima
que produce colesterol, sin los efectos adversos de los fármacos. El propionato
también reduce la producción de glucosa en el hígado, igual que un fármaco
anti-diabetes.
Otro ácido graso de cadena corta, el acetato, optimiza el almacenamiento de
glucosa en las células, con lo cual el cuerpo obtiene más energía, el cerebro
está feliz y no te dan ataques de hambre entre horas.
La fermentación bacteriana produce compuestos
indispensables parar formar neurotransmisores,
las sustancias que comunican las células nerviosas. Hasta el 90 % de la
serotonina y el 50 % de la dopamina del cuerpo humano se producen en el
intestino grueso.
Protección contra el cáncer
Además, la fermentación de fibra activa los fitoestrógenos y lignanos. Se ha comprobado que el cáncer de mama se reduce en las
mujeres que toman mayor cantidad de lignanos y en los hombres disminuyen los
marcadores de PSA (riesgo de cáncer de próstata). El consumo de fitoestrógenos
de la soja reduce el riesgo de cáncer de mama y próstata. Esto es porque el
hígado, al detectar los fitoestrógenos vegetales, libera unas enzimas que los
envuelven, como si fueran hormonas liberadas por los órganos sexuales, y reduce
su nivel en sangre. Y se sabe que a menor nivel de hormonas, menor riesgo de
cáncer de mama o de próstata.
Las bacterias que producen estos
fitoestrógenos los hacen biodisponibles.
Son las bacterias asociadas a las dietas ricas en fibra y basadas en alimentos
vegetales.
Cuando no tomas suficiente fibra, ¿qué sucede?
La mucosa intestinal se reduce y adelgaza. El
intestino se vuelve más permeable de lo normal. Las bacterias oportunistas
migran por la sangre y producen inflamación. Las bacterias “buenas” disminuyen.
Aumentan las bacterias que producen putrefacción (no fermentación). Estas colonias
no son tan capaces de producir neurotransmisores, como el GABA, la serotonina y
otros.
Las toxinas inflamatorias, producidas por las
bacterias “malas”, penetran en la sangre por la mucosa permeable del intestino.
Estos residuos bacterianos se encuentran también en la comida cruda y en la
carne cocinada. El cocinado no destruye las toxinas. Una sola comida rica en
grasa animal induce la absorción de estas endotoxinas.
El intestino inflamado puede producir depresión. Se han estudiado los niveles
de lipopolisacáridos o LPS (marcadores de inflamación) en grupos de personas
sanas y personas depresivas y se ha visto que las depresivas mostraban un nivel
casi tres veces mayor de LPS. Cada vez hay más estudios que muestran una
relación entre enfermedades psíquicas y una mala salud intestinal.
¿Conclusiones? Nuestro intestino no sólo
asimila nutrientes, es una auténtica farmacia natural y un laboratorio que nos
aporta sustancias necesarias para la buena salud. Eso sí, a los químicos de
esta farmacia (las bacterias) hay que alimentarlos bien. Y su alimento estrella
es... ¡la fibra! Fibra buena y natural, como vimos en la anterior entrada. Un
cambio dietético aumentando nuestra ingesta de fibra puede hacer maravillas en
nuestra salud, sin necesidad de fármacos.
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