Cuando tienes una mala
digestión o te sientes mal, ¿qué haces? En nuestra cultura, hemos adoptado la
mentalidad de “bombero”. ¿Hay un problema? ¡Pronto, hay que buscar un remedio! ¡Urgente!
Y casi siempre aparatoso. ¿Me duele la cabeza? Aspirina o gelocatyl. ¿Me duele
el estómago? Antiácido. ¿Me siento fatal, o al borde de un ataque de nervios?
Pastilla de… o infusión de… La tendencia, casi siempre, es a buscar algo para
meternos en el cuerpo. Algo que obre una reacción química milagrosa y nos
devuelva el bienestar.
A veces estas pastillas o
pócimas funcionan, otras no. Pero casi siempre se cobran su precio, salvo que
sean remedios naturales sin efectos secundarios. El precio del uso continuado
de fármacos puede ser muy elevado. ¿Sabíais que la
aspirina, indirectamente, mata más que los accidentes de tráfico? Los
sangrados internos provocados por el uso crónico de esta inocente
pastilla causan miles de muertes cada año. ¿Sabíais que un antiácido tan
socorrido como el omeprazol acaba empeorando lo que quiere resolver? Si se toma
de manera regular, al cabo de los años arruina el sistema digestivo y aumenta
el riesgo de sufrir dolencias cardiacas, mentales y hasta cáncer de estómago. Si
tenéis valor, leed más en este
enlace sobre el ardor de estómago y los terribles efectos del omeprazol.
¿Y qué pasa con los
remedios naturales? Hay cientos, y podemos probar a ver cuál nos va mejor. En el
mismo enlace encontraréis unos cuantos para el dolor de estómago.
Además, todos conocemos
los clásicos: bicarbonato, limón, una infusión de anís o de manzanilla, u otras
hierbas digestivas, como la tila, la menta, la marialuisa, el jengibre…
Pero pocas veces pensamos
en los remedios más naturales de todos. Los que tendríamos que utilizar si
estuviéramos en plena naturaleza, en una isla desierta sin otros recursos. Los
que utilizan todos los animales del mundo y les van de primera. Baratísimos
y eficaces.
Para mí han sido los
mejores remedios, siempre. Cuando estás en medio de una mala digestión toda intervención puede irritar todavía más. O tiene sus secuelas. Lo que me ha funcionado es el triple remedio
“C-C-A”: cama, calor, ayuno.
Cama
Cama significa descanso. Puede
ser la cama si no te aguantas en pie, un sofá o un lugar donde puedas reposar
y encontrar una postura cómoda (a veces para digerir necesitas estar un poco
enderezado). Cuando sufres una indigestión, todas las energías de tu cuerpo están
concentradas ahí, en el abdomen, intentando arreglar el desaguisado, y te
sobreviene un cansancio tremendo, incluso somnolencia. Señal de que tu cuerpo
necesita parar y destinar todas sus fuerzas a resolver la guerra intestina.
¿Os habéis fijado en los
animales? Cuando se sienten mal, lo primero que hacen es retirarse. Buscan un
rincón aislado donde puedan estar tranquilos y se echan. No quieren compañía,
ni la necesitan. Sólo reposo y tiempo. Pues esto mismo necesitamos las
personas. Si has comido mal o algo te ha hecho daño, lo primero es: ¡stop
actividad! Para, busca un lugar tranquilo, descansa. Verás que no tienes ganas
ni de hablar, ni de leer, hasta la tele o la música te molestan. Guarda cama y rodéate de
silencio. Deja que tu cuerpo se repare y solucione el problema. ¡Tu cuerpo es
sabio! Sólo necesita tiempo.
Calor
No siempre se recomienda
el calor cuando hay alguna dolencia. Incluso a veces se prescribe frío para
bajar la inflamación. Si tienes apendicitis, lo último que te dirán los médicos
es que te apliques calor, ¡lo prohíben! Para las indigestiones, algunos naturópatas como el doctor Lezaeta Acharán recomiendan paños fríos o emplastes de barro aplicados sobre el abdomen. Como podéis
imaginar, lo he probado y funciona bastante bien. Otro remedio es el baño
vital: ir al bidé o a la bañera y echarte agua fría sobre el bajo vientre y los
genitales. Da mucha pereza cuando estás mal, pero realmente alivia y hace
desaparecer las náuseas. La explicación de este remedio es que el frío intenso del
agua baja la fiebre y el calor que se ha acumulado en el abdomen, ayudando a descongestionar
la zona.
Pero, aunque puedas
aplicarte estos baños o emplastes fríos localmente, tu cuerpo globalmente
necesita calor. La indigestión que concentra la sangre en el abdomen puede dejarte
frías las extremidades y te destempla. Arrebujarte bajo una mantita, en la cama
o en el sofá, incluso ponerte algo caliente en los pies, puede ayudar y darte
confort.
La medicina china utiliza
la moxibustión
para activar algunos puntos esenciales del sistema digestivo. Se trata de
varios puntos alrededor del abdomen, que se calientan con agujas de acupuntura
o con moxas. Es un sistema un poco aparatoso quizás, pero que también
proporciona alivio si se sabe hacer. Además, ahora existen moxas eléctricas,
que evitan el humo y tener que quemar varillas. Aquí tenéis el enlace a un aparato
muy práctico que puede calentar cualquier parte del cuerpo con un calor seco
y concentrado, muy terapéutico. Yo lo tengo, me lo regalaron hace tiempo y la
verdad es que lo he utilizado muchísimo.
Ayuno
Y vamos al último
remedio. ¡Controvertido! El ayuno tiene tantos
detractores como fanáticos entusiastas. La verdad es que es un remedio antiquísimo
y sabio, que conocen y han practicado todas las culturas del mundo. Más allá de
sus connotaciones espirituales, el ayuno es el remedio más universal y
eficiente para cualquier dolencia. Además, es lo primero que pide el cuerpo,
aparte del descanso. ¿No habéis notado que cuando os sentís enfermos lo primero
que desaparece son las ganas de comer?
Aquí no voy a hablar del ayuno
terapéutico o de las curas de ayuno, que son muchas y variadas, y deben
hacerse siempre con prudencia y supervisión de algún médico o terapeuta. Hablo
del ayuno de emergencia y sin riesgos, que puede durar medio día, un día o dos.
Es, ni más ni menos, lo que nuestro cuerpo nos reclama. No meternos más comida
adentro para que el sistema digestivo pueda desatascarse y el cuerpo recupere
la normalidad.
¿Mala digestión?
¿Empacho, atracón o intoxicación? Si no tienes que correr al hospital por
emergencia, descansa, échate en un lugar cómodo y ayuna lo que sea necesario.
Al menos, pasa una noche entera sin comer nada, y espera hasta la mañana
siguiente. Si continúas sintiéndote mal, alarga el ayuno hasta que tu cuerpo,
por sí mismo, sienta hambre y te pida de comer. En esto el mejor médico es tu
cuerpo, no lo dudes. Si algo no te entra, es que tu organismo no está en
condiciones de asimilarlo y lo va a rechazar.
El ayuno puede incluir tomar un poco de agua, caldo ligero de verduras, jugo de limón e incluso alguna infusión, si la
admites y te sienta bien. Nada más. Pero a veces lo ideal es no tomar nada
hasta que el “conflicto” se resuelva.
¿Por qué el ayuno es tan beneficioso
cuando estás enfermo? Porque la digestión roba muchísima energía al cuerpo. Si
ayunas, permites al organismo que todas sus energías se centren en curarse. El
sistema inmune puede actuar a toda potencia contra cualquier invasión, los
tejidos dañados, si los hay, se pueden reparar mejor. El ayuno es un verdadero
descanso para el cuerpo. Junto con el descanso, le estamos dando espacio para
que se recupere por sí mismo. Y os aseguro que nuestro cuerpo es bastante más
sabio y eficaz que todos los fármacos y laboratorios del mundo.
Cama, calor, ayuno. Tres
remedios naturales que están al alcance de todos, son gratis, nos los pide el
cuerpo y funcionan de maravilla. Además, su impacto es rápido, indoloro y sin
efectos adversos. Los únicos efectos secundarios siempre serán positivos: más
vitalidad, bienestar e incluso mejora la calidad de la piel.
De todos modos, mejor es
prevenir que curar, siempre. Y la mayoría de enfermedades crónicas y molestias
digestivas son evitables. Sólo necesitamos saber qué hacer y qué comer… y
ponerlo en práctica. ¡Recordémoslo! Hay mucho sufrimiento evitable en este
mundo.
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